La antigua "caja tonta" ha evolucionado mucho en los últimos años, pasando a convertirse en uno de los dispositivos con más tecnología integrada bajo su carcasa que podemos tener en nuestros salones. Es precisamente esta complejidad la que nos impide conocer todo lo que son capaces de ofrecer e incluso nos pone obstáculos a la hora de decidirnos a comprar nuestro modelo ideal, haciéndonos dudar sobre qué funcionalidades necesitamos.
¿Es mejor una tele con pantalla plana o curva, con 3D o sin 3D, con panel LED u OLED, aprovecharé el 4K o mejor Full HD? Si estas preguntas rondan tu cabeza y estás pensando en comprar nueva tele, sigue leyendo y aclara tus dudas de una vez por todas.
¿Ha llegado ya la hora de pasarse a OLED?
Los paneles OLED llevan levantando expectativas desde hace años sobre su gran calidad de imagen, negros puros y contrastes infinitos. Sin embargo, se enfrentan a un gran problema: los altos costes de producción que en la práctica han relegado la tecnología prácticamente a modelos de gama alta fabricados por LG.
Parecía que 2016 supondría el despegue comercial definitivo de la tecnología con precios más baratos y múltiples marcas entrando en el mercado. ¿Ha sido así? Pues lamentablemente no. Aunque ha habido movimientos y anuncios interesantes, parece que deberemos esperar a 2107 o 2018 para que OLED llegue a las gamas medias y bajas.
Philips anunció hace meses sus intenciones de abandonar la tecnología 3D y en su lugar centrar esfuerzos en el desarrollo de modelos OLED con HDR. Pretenden sacar un televisor de 55 pulgadas antes de que acabe este año, aunque los precios serán similares a los de LG. Otro de los grandes, Panasonic, hizo el año pasado sus primeros pinitos con la nueva tecnología al sacar el carísimo modelo CZ950, aunque utilizaba los mismos paneles que LG y no unos de cosecha propia.
Precisamente este es el principal problema para el despegue de la tecnología: las fábricas necesitan adaptar su línea de producción a la creación de panales OLED y es algo que cuesta hacer, ya que hay que terminar de amortizar las instalaciones para LED actuales. Samsung anunció hace un par de meses que estaba pensando en invertir entre 2,5 y 4 mil millones de dólares en una nueva planta de producción para paneles OLED que acercaría la tecnología al mercado de masas antes de 2018.
¿Conclusión para lo que queda de 2016? Si no tenemos problemas de financiación y podemos gastarnos 1.800-2.000 o más euros, OLED es la mejor opción en cuanto a calidad de imagen se refiere que podemos comprar. Por el contrario, si nuestro presupuesto es inferior a 1.000-1.500 euros probablemente lo más sensato es dejar de pensar en OLED, por ahora, y comprar una tele que podamos disfrutar durante los próximos años.
Tamaños, resoluciones y distancias de visionado
Uno de los factores más importantes a la hora de comprar nuestro nuevo televisor es el tamaño del panel. Tenemos que olvidarnos del típico "cuanto más grande mejor", porque no es siempre verdad, ya que dependerá de la distancia de visionado, el ángulo de visualización y la resolución de la pantalla.
La opción más eficiente es apostar por un tamaño que se adapte a la distancia de visionado, es decir, a la que separa nuestra tele del sofá o el sillón donde vayamos a sentarnos. Aquí hay que tener en consideración la resolución de la pantalla.
Así, en un modelo Full HD (1920x1080 píxeles) la SMPTE (Society of Motion Picture and Television Engineers) recomienda que la distancia mínima de visionado sea al menos el doble del ancho del televisor y que la máxima no supere más de cinco veces esa medida.
Traducido a casos concretos, para un modelo de 46" necesitaremos por lo menos dos metros para poder aprovecharla al máximo y no podremos sentarnos a más de 5 metros o nos perderemos la calidad de todos los píxeles.
Si hablamos de resoluciones UHD (3.840x2.160 píxeles) o 4K (porque para hablar con propiedad, no son exactamente lo mismo) estas distancias recomendadas se reducen a la mitad. Es decir, si para Full HD la distancia de visitando óptima son 2 metros, si nos pasamos a UHD la distancia óptima desciende hasta 1 metro.
Además, tenemos que tener en cuenta el ángulo con el que vemos la pantalla. El ser humano medio, a partir de 60 grados empieza a perder percepción cromática y a los 124º deja de ver bien con los dos ojos. La SMPTE propone considerar el ángulo de visionado óptimo de 30 grados.
Basándose en esa aproximación, se recomienda que la distancia mínima de visionado sea tres veces la altura del televisor o 1,6 veces la diagonal de una pantalla 16:9. Es decir, para un televisor de 50 pulgadas, tendríamos que situarnos a 80 pulgadas para verlo en todo su esplendor, o lo que es lo mismo, a unos 2,03 metros.
¿Demasiado complicado con tanta recomendación y reglas? Para hacerlo más fácil podemos llevar esta idea en la mente: multiplicar la altura de la pantalla por un factor según la resolución. Los factores son: 3 para FullHD, 1,5 para 4K. Por ejemplo, para un modelo típico de 55" Full HD la distancia de visionado óptima serían 2m. La misma televisión pero con resolución 4K tendría una distancia ideal de 1m, es decir, la mitad de distancia.
¿Pantalla plana o curva?
Los televisores con pantallas curvas son muy espectaculares cuando los ves por primera vez en las estanterías de las tiendas y puede que te den ganas de llevarte uno a casa. Sin embargo, sus aparentes ventajas quedan difuminadas en los salones convencionales que tenemos la mayoría de mortales. ¿Por qué?
Según los fabricantes, se supone que las pantallas curvas mejoran la experiencia del usuario y no sólo suponen una revolución estética. Ofrecen una experiencia más real, pues al curvar la pantalla, la distancia entre nuestros ojos y el televisor es constante en cada punto del panel (siempre que estemos en el centro, y este es el punto clave del asunto) pareciendo en ese caso que la pantalla es de mayor tamaño.
Esto, en teoría, consigue que el espectador tenga un mayor grado de inmersión al disfrutar de una película, ya que aumenta nuestro campo de visión y todas las partes de la pantalla están a una distancia equidistante de nuestros ojos, emulando cómo percibimos los objetos en el mundo real.
Si el usuario está centrado con respecto a la pantalla no hay problema, pero si no lo estamos o si somos varios espectadores cada uno en un punto del salón, en los extremos no tendremos la misma buena calidad de imagen que en el centro.
Otra de las desventajas es que la curvatura puede aumentar los reflejos en el panel, sobre todo en los casos de estancias con fuentes lumínicas que estén situadas en los laterales. Además, la luz reflejada no es como en una pantalla plana, puede incluso parecer más extensa ocupando una mayor superficie.
Entonces, ¿no merece la pena gastar un poco más en una pantalla curva? Si somos solo un usuario o dos como mucho y podemos sentarnos en el centro del televisor, la sensación de inmersión mejorará sensiblemente siempre que la pantalla cubra buena parte de nuestro ángulo de visión. Es decir, de nada sirve una tele curva de 40 pulgadas si la vamos a ver a 3 metros de distancia.
¿Sigo apostando por los modelos 3D?
Hace unos años, una nueva (o no tan nueva) tecnología prometía una vez más mejorar la sensación de inmersión en las películas, series, deportes y programación convencional. Era el 3D, y su omnipresencia saturaba las estanterías de las tiendas llamando nuestra atención con demostraciones espectaculares.
Sin embargo, parece que finalmente la acogida no ha sido tan buena como se esperaba, quizá por tener que usar molestas gafas, por la incompatibilidad entre formatos pasivos y activos, por la pérdida de luminosidad en las imágenes, por el sobrecoste o porque los contenidos no han sido tan abundantes ni de tanta calidad como se esperaba, ofreciendo al consumidor muchas veces simples reconversiones de películas 2D.
El 3D no ha tenido el éxito esperado y es algo que las marcas, que con tanto interés nos lo vendían hace dos años, parecen haber aceptado con resignación, liquidando de sus líneas de producción los televisores con esta tecnología.
Samsung y LG anunciaron a principios de año que se retiraban de este sector a partir de 2016 reduciendo considerablemente el número de nuevos modelos compatibles y probablemente eliminándolos por completo a partir del año próximo.
Más tarde otro de los grandes, Philips anunciaba también que abandonaba el barco. TP Vision, responsable de la marca en Europa, confirmaba en una muestra tecnológica en Bruselas que Philips no sacará nuevos televisores compatibles con 3D este año.
Además, el nuevo estándar Blu-ray UHD decidió que no merecía la pena apostar por las tres dimensiones, con lo que en televisores con paneles 4K solo podremos disfrutar de los contenidos 3D en Full HD.
Una vez que tenemos todas estas ideas más o menos claras llega el momento de decidirnos por un modelo concreto. ¿Cuál? Pues hay cientos. Para que lo tengamos más claro en los próximos días continuaremos este especial con recomendaciones para todo tipo de presupuestos.
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