El televisor es uno de los aparatos de casa que ha dominado buena parte de nuestras vidas. Los más viejos del lugar puede que incluso recuerden la llegada de los televisores en color a nuestros hogares (en España más tardíos que otros países). Un nuevo miembro en la familia podría decirse.
Y es que dado el alto precio que durante mucho tiempo ha supuesto cambiar de tele o hacerse con una ha convertido esta tarea, este proceso, en todo un ritual y un acontecimiento en muchos hogares. Una tele nueva en casa suponía un buen rato ajustando los dos canales (entonces sólo había dos) y los parámetros básicos, una labor que se hacía en el mismo televisor puesto que no, aún no teníamos mando a distancia. Pero han pasado los años y... ¿qué ha cambiado desde entonces?
El televisor, a pesar de una época algo más oscura en su existencia, ha sido el tótem familiar por excelencia. Ha disfrutado de un lugar dominante en nuestro salón hasta el punto que los muebles se acoplaban a las medidas y necesidades de la tele. Hemos tenido televisores en casa, primero en el salón, luego en el dormitorio de matrimonio y más tarde en otros cuartos (acompañamiento de las consolas) o incluso en la cocina (había que ver a Arguiñano).
El televisor se cambiaba y duraba... uff, una eternidad. La primera tele que tuvimos en casa fue una Philips K-11 y nos duró 20 años. Un tiempo en el que ni queriendo se averiaba de forma que resultara tentador cambiar a una de las nuevas con mando a distancia. Achaques propios de la edad que siempre se resolvían con una soldadura del técnico aquí y allá. Cambiamos de tele en el año 1998 y desde entonces, en 18 años, 5 televisores han ido ocupando el trono en el salón. Una tele en 20 años y cinco en 18 años... cambio de tendencia brutal.
El ritual de cambiar de televisor a base de ser cada vez más frecuente ha perdido algo de magia (sólo un poco), todo hay que decirlo, pero aún conserva ese aura de acontecimiento especial. Un cambio en la tendencia motivado por varios factores.
Cambio en los hábitos de vida y en la sociedad
Por un lado si antes comprar un televisor era entramparse con letras, ahora los precios han bajado notablemente. Incluso los modelos más caros pueden experimentar una bajada importante una vez llevan un par de meses en el mercado, fruto del avance imparable de la implantación de nuevas tecnologías. Ahora comprar un televisor no requiere en ocasiones ni que lo lleven a casa... lo llevamos nosotros mismos.
Esa bajada de precios constante y la implementación de nuevas tecnologías hacen que cambiar de modelo cada vez sea más parecido al cambio de móvil. ¿Una tele que nos dura dos años? Puede ser y de hecho es lo que a veces ocurre. Pensemos un poco. Compramos un modelo y pasa año y medio, época que por ejemplo coincide con un año de mundial de fútbol. Decenas de promociones que nos tientan y al ver las especificaciones vemos UHD, HDR... y nosotros con un modelo Full HD. ¿Cómo vamos a resistirnos con ese precio a cambiar? No podemos, nuestro corazón consumista nos impulsa (si nuestro bolsillo se deja).
Ya hemos llegado con el nuevo televisor, pero ojo, no es sólo un tele nueva. Ahora tenemos un aparato que hace más cosas y la forma de ver la televisión como antes ya es pasado. Ahora tenemos en el salón una consola, una conexión con la red de redes, un reproductor musical incluso un sistema de videollamada. Una serie de funciones que vuelven a convertir a la tele en el centro del hogar. Y por ello todos los miembros de la familia quieren participar.
Menos el cuñado, al que ya no recurrimos (hay guías orietativas muy útiles), todos los miembros de la casa se sientan a curiosear en la nueva tele. Incluso tu madre, que nunca ha sido de estos temas quiere ver el nuevo _gadget_. Antes teníamos una pantalla de 25 pulgadas y llegaron las de 32... poco tamaño cuando las 42 pulgadas al poco tiempo se convirtieron casi en estándar... y ya vamos por 55 pulgadas (más habituales de lo que pensamos) y creciendo.
Encontrar televisores de 55 pulgadas por menos de 800 euros no es ya imposible y el problema ahora más que la tele es donde meter esas pulgadas en un salón que normalmente forma parte de un piso modesto de poco más de 70 metros cuadrados.
Y en estas que toca pensar que hacer con el modelo antiguo... ¿venderlo? ¿usarlo en otra habitación? Una decisión de la que toma parte toda la familia, lo mismo que en la compra. menos el cuñado de turno, todos tienen algo que decir sobre un aparato con el que pasamos mas horas que con ningún otro.
Nuevos hábitos y nuevos tiempos
Lo cierto es que es más fácil el cambio de televisor que de casi cualquier otro aparato en la casa. Se ha abarato la electrónica de consumo si de televisores hablamos. Si a eso sumamos la cantidad de horas que pasamos a lo largo del día delante de la pantalla (no sólo viendo la tele en modo tradicional) veremos como el cambio de modelo se ha convertido en algo casi cíclico pero en períodos más cortos. Un cambio en la forma de proceder que sin embargo y no tenemos claro porqué, sigue conservando parte de esa magia que tenía hace años.
Cuando en casa habéis comprado un televisor... _¿Ha sido como el que compra un microondas o una lavadora? ¿Habéis sentido que sigue siendo algo especial cambiar de tele?_
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