Adoro el cine. Es, sin lugar a dudas, una de mis grandes pasiones. Me gusta ir al cine, y lo hago con bastante frecuencia. Y también me encanta disfrutar en casa mis películas favoritas como si estuviese en una sala de exhibición. Porque, afortunadamente, la tecnología ya nos brinda la oportunidad de acercarnos mucho a esa experiencia invirtiendo una cantidad de dinero razonable.
Y, si nuestro presupuesto es holgado, es perfectamente posible no solo igualar la calidad de imagen y sonido de una sala de exhibición, sino, incluso, superarla. El coste de una instalación de este calibre excede las posibilidades de la inmensa mayoría de los cinéfilos, pero la posibilidad existe.
Una decisión más compleja de lo que parece
En mi modesta opinión, para disfrutar el cine en casa un proyector es infinitamente más atractivo que un televisor, por grande que pueda ser este último. Es una opinión subjetiva, por supuesto. Y me gusta más no solo por las dimensiones de la pantalla, sino por la estética de la imagen, que es muy distinta a la restitución que nos ofrece un televisor, a pesar, incluso, de que actualmente ambos dispositivos son digitales. Por otra parte, afortunadamente, el precio de los proyectores ha bajado mucho, y actualmente podemos encontrar modelos Full HD muy atractivos muy por debajo de los 2.000 euros.
No obstante, reconozco que un proyector no es muy práctico, y me consta que muchos aficionados al cine en casa prefieren por esta razón un buen televisor. Por supuesto, es una opinión absolutamente respetable y amparada en varios argumentos también muy sólidos. Un proyector requiere un mantenimiento más costoso (las lámparas son muy caras y no duran indefinidamente), su instalación es más compleja, debe coexistir con una pantalla de proyección «decente», genera un cierto nivel de ruido, requiere un control preciso de la luminosidad ambiental de la habitación en la que lo vamos a utilizar... Un televisor no acarrea todas estas molestias, no cabe duda.
Aun así, para cine yo prefiero utilizar un buen proyector. Y, en ocasiones, también para disfrutar un acontecimiento deportivo o un concierto. Todas esas molestias que he citado antes, me compensan. Un televisor de buena calidad me parece una opción estupenda para disfrutar la programación televisiva, pero pierde su atractivo al utilizarlo para otras formas de entretenimiento.
Pero esta es solo mi opinión, y, como he reconocido antes, es subjetiva. ¿Qué pensáis vosotros? ¿Cuál es vuestra experiencia? Hacednos saber qué dispositivo preferís para vuestro cine en casa y debatamos entre todos las ventajas y los inconvenientes de cada una de estas opciones.
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