Los proyectores domésticos han evolucionado mucho en los últimos años añadiendo más prestaciones, resolución y funciones, aunque básicamente siguen manteniendo las mismas tecnologías para generar la imagen que ya hemos comentado en otras ocasiones. En las gamas altas tenemos los sistemas LCoS como los equipos SXRD de Sony o los D-ILA de JVC por precios superiores a los 2.000 euros, así que si no queremos gastar mucho debemos optar por una de las otras candidatas: LCD o DLP.
Suelen ofrecer precios más económicos y en teoría resultan más que suficientes para iniciarnos en el mundillo de la proyección sin gastar una fortuna, aunque no siempre es así, o por lo menos no con muchos modelos de tipo DLP. ¿Por qué?, ¿qué inconvenientes tienen?
La tecnología de proyectores DLP (Digital Light Processing) es la elegida por muchos aficionados por su elevado nivel de contraste, buena luminosidad, gran calidad de los negros y detalles en sombra y estupenda nitidez. Además, tradicionalmente no han tenido el molesto problema del "efecto rejilla" o visibilidad de la estructura de los píxeles en forma de una cuadrícula cuando nos acercamos a la imagen.
DLP: principales problemas
Sin embargo, dos son las desventajas fundamentales de esta tecnología que harán huir a una buena parte de los usuarios: el "efecto arco iris" y las dificultades para colocar el proyector en la sala si no contamos con un espacio dedicado a tal efecto.
Los modelos DLP de gamas medias y bajas son bastante económicos pero este descenso en precios implica que para generar los diferentes colores utilicen una rueda con filtros de color que gira constantemente. Esta rueda suele provocar algo de ruido y lo que es peor, el temido efecto arco iris que consiste básicamente en destellos con colores en el borde de las imágenes que se mueven rápidamente en pantalla. En el siguiente vídeo podemos ver un ejemplo algo exagerado de este efecto pero que ilustra muy bien el problema:
Los fabricantes pueden lograr minimizarlo con trucos como hacer girar la rueda de color más rápido o incrementando el número de filtros, pero el problema está ahí y si somos sensibles a percibirlo nos molestará mucho e incluso puede que nos pasemos el tiempo buscándolo en lugar de disfrutar de la película.
El otro gran inconveniente asociado a DLP tiene que ver con la peor capacidad para adaptar la óptica a las diferentes condiciones de la sala. Por su funcionamiento interno, que podemos ver excelentemente explicado en el siguiente vídeo, resulta más complicado incorporar en los proyectores DLP zooms ópticos generosos y sistemas de desplazamiento de lente amplios en vertical y horizontal, lo que hace que el punto ideal para colocar el equipo en el salón se reduzca perdiendo la flexibilidad que sí ofrecen los proyectores LCD.
Entonces, ¿merece la pena comprar un proyector DLP? Pues depende. Los modelos de gamas altas (1.500 euros para arriba) solucionan, o mejor dicho disimulan, estos inconvenientes notablemente, aunque si somos sensibles al efecto arco iris (hay gente que ni se da cuenta) mi recomendación es que no apostemos por un modelo DLP y nos vayamos a por uno LCD o si podemos pagarlo uno de tipo LCoS.
En Xataka Smart Home | Videoproyección doméstica LCD, DLP o LCoS: ¿qué sistema aporta mejor experiencia?
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