Sony Bravia KDL-46W905A, análisis a fondo

La solvencia de Sony en los procesos de diseño y puesta a punto de televisores está fuera de toda duda. No en vano, buena parte del prestigio y la excelente imagen de marca que esta compañía se ha labrado a lo largo de los años han tenido su origen, precisamente, en estos productos. Actualmente la competencia «aprieta» más que nunca, y fabricantes como Samsung, LG o Panasonic, entre otros, han conseguido hacerse con una buena porción del pastel, lo que ha provocado que Sony pierda el liderazgo comercial que ha mantenido en este mercado durante muchos años.

Conscientes de que la batalla por ofrecer el mejor precio es encarnizada, y, con frecuencia, poco rentable, los responsables de la división de imagen de la compañía japonesa decidieron en 2011 retomar el rumbo que la marca había seguido durante décadas, y que les había permitido poner a punto televisores de gran sofisticación tecnológica. A pesar de tratarse de productos enmarcados en la categoría premium, y que, por tanto, su precio no era el más económico del mercado, Sony llegó a vender mucho. Muchísimo, incluso. Y todo debido a que sus televisores gozaban de un prestigio indudable.

Sony ha vuelto a apostar decididamente por la calidad de imagen en sus últimas dos familias de productos
El resultado del «cambio de rumbo» que la compañía encaró en 2011 se consolidó al año siguiente con la hornada de televisores que llegó a las tiendas durante la primavera de 2012. Aquellas propuestas habían recuperado el antiguo espíritu de la marca. Su diseño, el acabado de sus imágenes y la percepción de calidad global que transmitían recordaban en mucha mayor medida a las familias de televisores con las que la marca nos había sorprendido años antes.

Y el lanzamiento de los productos que llegaron a las tiendas a finales de la primavera de este año confirmó que aquello no fue un espejismo: Sony había decidido volver a defender «con uñas y dientes» su posición como fabricante de dispositivos de visualización decididamente premium.

4K y Triluminos han llegado para quedarse

El lanzamiento de los primeros televisores domésticos de la marca capaces de restituir imágenes de Ultra Alta Resolución o 4K (3.840 x 2.160 puntos, que equivale a 8 millones de píxeles) acaparó buena parte de la atención tanto de la prensa especializada como de los consumidores. No obstante, los televisores Full HD que Sony ha lanzado durante 2013 gozan de un atractivo fuera de toda duda.

Precisamente, he tenido ocasión de analizar y utilizar a fondo uno de ellos, el modelo Bravia KDL-46W905A, durante más de cinco meses, lo que me ha permitido formarme una idea acerca de su calidad global muy precisa. Aunque es un televisor Full HD, y, por lo tanto, no puede restituir imágenes con resolución 4K, incorpora algunas de las innovaciones tecnológicas integradas por los ingenieros de Sony en sus soluciones de Ultra Alta Resolución.

La más importante de todas ellas es, sin lugar a dudas, la tecnología Triluminos. Si queréis conocerla con todo lujo de detalles no dejéis de consultar el post en el que nuestros compañeros de Xataka desvelan todas sus peculiaridades. Y, ahora, entremos en materia.

Las líneas maestras de este nuevo Bravia

La serie W9 representa, actualmente, el tope de gama de Sony en el ámbito de los televisores Full HD. El modelo que he tenido ocasión de analizar tiene un tamaño de 46 pulgadas, aunque existe una versión aún mayor, con una diagonal de 55 pulgadas, y otra más pequeña, de 40 pulgadas, de las que solo difiere en el tamaño del panel y con las que, por tanto, comparte innovaciones tecnológicas.

Los responsables de la división de diseño de Sony han decidido abandonar en esta generación de productos la estética monolítica que pusieron a punto en la familia de televisores de 2012 a favor de un nuevo concepto estético, al que han bautizado como Sense of Quartz. A mí, particularmente, me gustan ambas opciones por igual, aunque las nuevas teles son algo más estilizadas.

El diseño monolítico consistía en integrar el televisor en una peana que ocupaba toda su base, aunque su principal seña de identidad consistía en que su marco apenas se podía percibir con el televisor apagado. Sin embargo, el diseño Sense of Quartz no oculta en absoluto el marco, aunque es esbelto y está adornado por un precioso bisel de vidrio tallado. Además, la peana es circular y parece no estar unida al panel, por lo que el televisor nos brinda la sensación de estar flotando sobre ella.

Calidad de imagen y sonido

A pesar de los muchos aditamentos que nos ofrecen los televisores actualmente, su más importante leitmotiv sigue siendo, cómo no, restituir las imágenes de nuestras fuentes de vídeo de una forma tan fidedigna como sea posible. Y, en este apartado, este televisor es una absoluta referencia. La gama cromática que es capaz de materializar la tecnología Triluminos es, cuando la fuente de vídeo acompaña, fabulosa.

Este sofisticado televisor de Sony nos ha sorprendido gratamente por su excelente solvencia en nuestras pruebas de colorimetría
La intensidad de los colores, las texturas, el nivel de detalle en las regiones más oscuras y la sensación de profundidad que transmiten las imágenes generadas por este televisor cuando lo alimentamos con una película en Blu-ray Disc de referencia, como pueden ser Avatar o la recientemente lanzada edición extendida de El Hobbit, son extraordinarios. No obstante, el mérito no pertenece únicamente a la tecnología Triluminos; también tienen mucho que decir el motor de procesamiento de imágenes que incorpora este televisor, conocido como X-Reality Pro, y la eficaz técnica de atenuación local de la retroiluminación puesta a punto por los ingenieros de Sony.

Otro punto a su favor: el escalado realizado por el motor de procesamiento de imágenes cuando lo alimentamos con una fuente de vídeo de resolución estándar, como un DVD, es excelente. En mi opinión, y después no solo de haber reproducido en este televisor más de dos decenas de películas en Blu-ray Disc, sino también videojuegos y muchas horas de televisión con señales DVB-T muy mejorables, es que roza el sobresaliente en prácticamente todas las áreas que tienen que ver con la calidad de imagen, y alcanza la matrícula de honor en colorimetría.

En lo que concierne al sonido, mi impresión no es tan positiva. Porque, no nos engañemos, el chasis de un moderno televisor LCD o de plasma no ofrece la caja de resonancia apropiada para materializar un sonido de la mejor calidad. De hecho, son las frecuencias bajas las más afectadas negativamente. Para paliar en la medida de lo posible estas deficiencias, los ingenieros de Sony han incrementado ligeramente el grosor del chasis en la parte inferior del televisor, que es, precisamente, la zona en la que residen los altavoces. Su sonido es convincente y mejora la calidad que ofrecen la mayor parte de los televisores LCD y de plasma del mercado (aunque la presencia de estos últimos ya es prácticamente anecdótica), pero no es en absoluto equiparable a su calidad de imagen.

Otra de sus bazas: NFC

Así es. Al igual que muchos de los productos de última hornada puestos a punto por Sony, este televisor incorpora conectividad NFC. De hecho, incluye dos mandos a distancia: uno convencional y otro dotado de esta tecnología de enlace. Si tenemos un smartphone de esta marca dotado también de NFC, como uno de los nuevos Xperia, solo tendremos que ponerlo en contacto durante unos segundos con el mando de la tele apropiado, y todo lo que vemos en la pantalla de nuestro teléfono pasará automáticamente a la del televisor. Sin complicados procedimientos de negociación o de configuración de redes inalámbricas. Nada de nada.

En realidad, NFC es una tecnología de conexión por proximidad que solo se responsabiliza de la negociación del enlace. Una vez que los dos dispositivos involucrados en la comunicación, que en nuestro caso son la tele y el smartphone, se «han puesto de acuerdo», la transferencia de datos entre ellos se lleva a cabo a través de un enlace WiFi directo.

Al margen de las tecnologías NFC y WiFi, la conectividad de este televisor es irreprochable. Incorpora cuatro entradas HDMI, una SCART, tres puertos USB, un conector Ethernet, una entrada de vídeo compuesto y otra de vídeo por componentes, una ranura PCMCIA, etc. Prácticamente todo lo que podemos exigir a un televisor de última hornada.

Conclusiones y valoración

En el mercado podemos encontrar otros televisores tan bonitos como este de Sony. Dependiendo de las preferencias estéticas de cada usuario, las propuestas de Samsung, LG, Panasonic, Toshiba o cualquier otra marca de primer nivel, pueden resultar de lo más atractivas. Sin embargo, este producto de Sony brilla con luz propia gracias a su elevada calidad de imagen. En parámetros como la colorimetría y el nivel de detalle en sombras prácticamente no tiene rival entre los productos de su precio, por lo que, si eres un cinéfilo empedernido y valoras especialmente la calidad de imagen, este televisor te encantará.

La tecnología NFC nos permite conectar nuestro smartphone a la tele sin esfuerzo y en un instante
Su sonido, como he defendido unos párrafos más arriba, es convincente siempre y cuando lo utilicemos para ver la señal de TDT. Pero, si lo integramos en un equipo de cine en casa, lo ideal es conectarlo a un receptor de A/V y a un conjunto de cajas acústicas capaces de ofrecernos un sonido de calidad equiparable a la que nos garantizan las imágenes de este W9.

La restitución de las películas en 3D (utiliza tecnología activa e incorpora 4 gafas) es estupenda. La diafonía es prácticamente imperceptible, y la sensación de profundidad resulta más convincente que en la mayor parte de los televisores que he tenido ocasión de analizar.

También valoro muy positivamente la posibilidad de sacar partido a la tecnología NFC (he podido conectarlo a un Xperia Z1 y es una auténtica chulada), y su muy comedido consumo, no en vano satisface las especificaciones de la etiqueta energética A+.

Sin embargo, ningún producto es perfecto, y este televisor de Sony tampoco lo es. Su interfaz es bastante intuitiva, de hecho, respeta las líneas básicas establecidas por otros productos de la compañía, como la PlayStation 3, pero dista mucho de ser tan ágil y atractiva visualmente como las que ponen a nuestra disposición los televisores de Samsung, LG o Panasonic.

Personalmente, también me gustan más los sistemas de interacción de LG, con su mando «mágico», o Panasonic, que recurre a una especie de touchpad inalámbrico. Los televisores de Samsung destacan por implementar un control por voz y movimiento bastante logrado, y este producto de Sony carece de estas innovaciones. Es evidente que los ingenieros de esta última compañía han decidido prescindir de estos aditamentos y volcarse en la calidad de imagen, y, en consecuencia, dedicar el grueso de sus recursos de ingeniería a la optimización de esta prestación.

Mi valoración es clara: si das la máxima importancia a la calidad de imagen y vas a utilizar tu televisor, sobre todo, para cine en casa, esta propuesta de Sony es realmente fantástica. Sin lugar a dudas, es uno de los dispositivos de visualización de imágenes para el ámbito doméstico más atractivos que podemos adquirir actualmente, con permiso solo de los mejores televisores 4K. Muy recomendable.

¡Por cierto! El precio oficial del televisor que hemos probado asciende a 1.799 euros, pero, si rebuscáis un poco en Internet, podéis encontrarlo bastante más barato.

Más información | Sony En Xataka Smart Home | La tecnología Triluminos de Sony

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