Las impresoras 3D son y serán cada vez más una revolución. El abaratamiento de costes de producción de modelos, la rapidez de prototipado y el desarrollo eficaz son tres de las propiedades que disfrutamos a cada día con ellas. Si bien es cierto que los modelos que usamos muchas veces se basan en diseños reales, esto es, fabricados en piezas de metal u otros materiales y que luego clonamos con las impresoras 3D, eso no significa que los modelos sean óptimos.
Y eso es precisamente lo que han demostrado en un experimento en Amsterdam, la optimización automática sin intervención humana de piezas 3D.
La oficina en Amsterdam de la empresa de ingeniería Arup ha realizado un experimento interesante. Tenían que fabricar mil soportes similares al que aparece en la foto a la izquierda, utilizado en iluminación y que mide 1 metro de altura y está fabricado en acero inoxidable.
Como se puede ver en la foto, el soporte de la izquierda ha sido producido mediante métodos de producción tradicionales: se corta la chapa de metal, se dobla, se suelda para obtener un cilindro, se producen de la misma forma los salientes y se sueldan para dar el producto acabado.
En Arup introdujeron el diseño en un programa de optimización asumiendo que la pieza se imprimiría con una impresora 3D (en acero inoxidable). El propio programa ha planteado diversas alternativas. En el diseño central se le pidió al programa de optimización que mantuviera los soportes en el mismo sitio que el original, y el programa consiguió una reducción de peso del 40%. En el diseño de la derecha se dio libertad total al programa, pidiéndole que diseñara el componente más económico posible que fuera capaz de realizar la misma función que el original, y se consiguió una reducción del 75% del peso.
La impresión 3D aún no se usa extensivamente en la industria a la hora de imprimir en metal, sobre todo por el alto coste de las máquinas y de la materia prima. Una impresora 3D industrial de este tipo puede costar más de 300.000 euros, y el material de impresión puede llegar a costar hasta 20 veces más que las chapas de acero original.
Pero si imprimir en 3D nos permite reducir el peso en un 75% y nos ahorramos la mano de obra (sobre todo en piezas tan intensivas en mano de obra como la del ejemplo), imprimir en 3D ya sale a cuenta", destaca Marc Torras, director general de entresD, empresa distribuidora de las impresoras 3D de sobremesa UP Mini, UP Plus2 y UP BOX. "Los precios tanto de los materiales para imprimir en 3D como de las impresoras láser industriales se reducen considerablemente año a año, no falta mucho para que la impresión 3D sea una herramienta más en cualquier fábrica, no sustituyendo sino complementando a los procesos de producción actuales".
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