Hace unos meses os hablé de la posibilidad de integrar los cargadores USB en los enchufes de casa y, seducido por mis propias palabras, decidí hacerme con uno de ellos para instalarlo y probarlo, aunque lo que iba a ser un tutorial se ha convertido en un intento frustrado de montar un enchufe con cargador USB .
El modelo que adquirí fue este universal por 9 euros; prometía ser compatible con las cajas europeas de 8 centímetros, así como con nuestro tipo de enchufes, por lo que la tarea no debía ser demasiado complicada. Al menos no mucho más que cambiar un enchufe, algo que ya había hecho muchas veces.
En realidad, todo fue bastante bien hasta casi el final. Desmontar un enchufe tradicional no tiene mucho misterio. Cada uno tiene su propio sistema de anclaje para retirar el embellecedor, el mío es un clásico Simon 27, que va atornillado en el centro del mecanismo, pero todos son bastante sencillos e intuitivos.
Una vez quitada la tapeta, solo debemos desatornillar los tornillos que fijan el mecanismo a la caja y ya podremos sacarlo para proceder a soltar los cables. Recordad, que antes de manipular cualquier enchufe, lámpara o interruptor, es imprescindible desconectar la corriente eléctrica del cuadro eléctrico general.
De nuevo, para soltar los cables, cada marca tiene su propio sistema. En mi caso bastaba con presionar unas pestañas para poder sacar los cables, aunque otros mecanismos tienen un sistema con tornillos. En general, con un destornillador Phillips (punta en cruz) y uno plano pequeño, tendremos de sobra para todo el proceso.
Ahora que ya tenemos liberada una caja, llega el momento de ponernos con nuestra nueva adquisición, el enchufe con cargador USB. Viene sin instrucciones —¡Hurra!— menos mal que no parece demasiado complicado.
En la parte trasera, observamos tres pequeñas zonas. Una el enchufe propiamente dicho, otra un interruptor, y por último, una pequeña placa conectada al enchufe con el puerto USB. Lo primero que me extrañó es que no venía bien montado, pues ningún cable estaba conectado al interruptor, así que hube de hacer pasar el cable de línea por él. Para ello, debido a la posición de los tornillos, es necesario soltar la placa con el puerto USB.
Tras unos minutos, había conseguido arreglar lo que debía venir montado de fábrica, y me dispuse por fin a colocar mi flamante enchufe con USB en la caja, pero cual fue mi sorpresa cuando, tras pelearme con los cables y finalmente conectarlos ¡No cabía dentro de la caja!
No es que fuera justo o que tocara con el fondo, es que no cabía ni de casualidad, los elementos estaban demasiado cerca de los bordes y no llegaba a entrar en la caja ni de alto ni de ancho por varios milímetros. Incluso probé en otra caja, una externa que estoy montando en mi nueva casa, que siempre son un poco más amplias, y tampoco lo conseguí. Aunque lo agujeros para los tornillos sí que coincidían, simplemente el contenido excedía los límites máximos.
Así que así me quedé, con cara de tonto, maldiciendo al ingeniero que ni siquiera se tomó la molestia de probar si su enchufe universal cabía en una caja estándar, pensando en cómo podía ingeniármelas —nótese el juego de palabras— para aprovechar esa placa USB y tratar de montar mi propio enchufe con cargador USB casero, o quizás recurrir a otro modelo, como este de Berger que parece mucho mejor. Pero eso, otro día, que hoy me invade la frustración.
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