Entre los electrodomésticos más importantes de una vivienda están los frigoríficos y congeladores, equipos que deben estar funcionando las 24 horas del día, durante todo el año para mantener en buenas condiciones nuestros alimentos y bebidas.
Sin embargo, seguro que en más de una ocasión, cada vez que llega la época de verano y el calor inunda nuestras casas nos da la impresión de que el frigorífico ya no enfría como antes. Los alimentos y bebidas están más calientes, los hielos no tienen la misma consistencia, los helados parecen como derretidos. ¿Qué está pasando y cómo resolverlo?
El problema suele tener un doble origen: en primer lugar hace mucho más calor que en invierno, por lo que el equipo tiene que trabajar más para lograr bajar la temperatura interna. Pero además, como nosotros también tenemos calor acudimos al frigo con más frecuencia para beber líquidos, agua fresca, usar hielos, tomar helados, etc.
Esto hace que la capacidad de enfriamiento del aparato, que se mide en kilos de alimentos que es capaz de congelar en un periodo de tiempo concreto, se vea mermada subiendo la temperatura del interior e incluso poniendo en riesgo la conservación de algunos alimentos.
¿Qué podemos hacer? A continuación tenéis una serie de trucos para volver a alcanzar la temperatura ideal en el interior de la nevera y gastando lo menos posible, aunque probablemente algo más de consumo eléctrico siempre tendremos ya que estaremos exigiendo al equipo un mayor tiempo y capacidad de funcionamiento de su compresor.
La cocina, bien cerrada y en oscuridad
Puede parecer obvio, pero en ocasiones se nos olvida que si queremos mantener una temperatura inferior dentro del frigo, conviene a su vez tener una temperatura baja en el resto de la cocina.
Como ya vimos en su día, si contamos con persianas o toldos, conviene dejarlos bajados en las horas donde incida el sol de forma directa y además es conveniente asegurarse de que la ventana de la cocina está bien cerrada e incluso la puerta también para que se cree un microclima donde la temperatura de la cocina no suba en exceso y así el frigo trabaje menos.
En el caso de que tengamos aire acondicionado en el resto de la casa, entonces sí nos convendrá dejar la puerta de la cocina abierta para que baje su temperatura y ayudar al frigorífico.
Tenerlo siempre lleno hasta los topes
El frigorífico funciona enfriando sus paredes que a su vez trasladan este frío a los elementos que haya en su receptáculo interior. Si no hay nada almacenado y lo tenemos completamente vacío, lo que se enfría es el aire, elemento con una pequeña inercia térmica que pierde el frío rápidamente y que es susceptible de escaparse de la nevera en cuanto abramos la puerta.
Como en verano solemos abrir las puertas con mayor frecuencia, no damos tiempo al frigo a enfriar lo suficientemente rápido el aire nuevo que acaba de entrar, teniendo así un descenso de temperatura en el interior que empeoramos cada vez que abrimos para coger la botella del agua.
De ahí que resulte conveniente mantener el interior del frigo y del congelador lo más lleno que nos sea posible. De este modo habrá menos aire que pueda escapar al abrir la puerta perdiendo el frío y con él todo el esfuerzo y gasto eléctrico de la máquina para rebajar la temperatura del interior.
Algunos pensaréis que sois pocos en casa y que nunca tenéis alimentos suficientes como para llenarlo a tope. No importa, en estos casos podéis recurrir al socorrido truco de utilizar botellas con agua de diferentes tamaños o latas de refresco con las que reducir el número de huecos disponibles. Cuantas más metáis habrá menos huecos y con ello menor pérdida de frío cada vez que abráis la puerta.
Seleccionar una temperatura adecuada para verano
Los frigoríficos modernos suelen ofrecer unos mandos de control que permiten seleccionar de forma muy precisa cuál es la temperatura que queremos tener en su interior. Sin embargo, en general no cuentan con lo que podríamos denominar como "modo verano" y "modo invierno". Es algo que tenemos que configurar por nuestra cuenta y de esta acción va a depender por un lado la buena conservación de los alimentos, pero también el consumo eléctrico del aparato.
Como vimos en su día, lo recomendado es que el frigorífico se mantenga a un temperatura que ronde los 4-5 grados. En cuanto al congelador, depende del tipo de alimentos que almacenemos, pero en general con tenerlo a unos -16 o -18 grados es más que suficiente.
Sin embargo, en verano para alcanzar realmente estas temperaturas en el interior puede que tengamos que bajar uno o dos grados los selectores digitales o analógicos del frigo. De esta forma estaremos gastando un poco más en el electricidad (entre un 5 y 7% más por cada grado), pero nos aseguramos de que las pérdidas de frío producidas con cada apertura de puerta se compensan con una temperatura inferior más reducida, manteniendo en media la temperatura ideal solicitada.
Hazle un buen mantenimiento al frigo cada año
El frigorífico es básicamente un intercambiador de calor. Genera frío dentro a costa de emitir calor al exterior por medio de unos disipadores que generalmente están situados en la parte trasera del aparato.
Los modelos más modernos vienen con estas rejillas cubiertas por un plástico y no hay mucho que limpiar, pero los antiguos y los de gamas más bajas suelen tener bien visibles estas rejillas traseras que tienden a llenarse de suciedad dificultando la tarea de emitir el calor generado por el compresor.
Conviene limpiarlas por lo menos una vez cada año para facilitar dicha función y con ello mejorar el intercambio de calor reduciendo a su vez el gasto eléctrico de la nevera.
También es conveniente que revisemos que los burletes que rodean la puerta estén en buenas condiciones. Son los aislantes principales del equipo y los encargados de que no escape el frío ni entre calor del exterior. Si están mal puedes tratar de arreglarlos o si tu modelo lo permite cambiarlos pidiendo unos nuevos al fabricante.
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