Para hacerlos más eficientes, pero también para mejorar la seguridad de funcionamiento e incluso por temas de salud
Llega el invierno y es el momento de poner a punto los sistemas de calefacción para estar calentitos en casa. Es algo que ya hemos visto como hacer y uno de los aspectos que tenemos que vigilar si tenemos radiadores en casa es cuidar la limpieza de los mismos. Algo que podemos pasar por alto y que sin embargo es de suma importancia.
Mantener limpios los radiadores es importante para mantener un sistema de calefacción eficiente y evitar la acumulación de polvo y suciedad que puede afectar su funcionamiento, pero además por temas de salud es algo que debemos tener muy en cuenta.
La importancia de la limpieza
La limpieza de los radiadores es importante por varias razones que no debemos descuidar. Desde mejorar la eficiencia y hacer que gasten menos, pasando por una mejor distribución del calor o incluso tocando temas de salud y calidad del aire que respiramos.
Si hablamos de eficiencia energética, cuando los radiadores acumulan polvo y suciedad en sus aletas o paneles, su capacidad para transferir el calor al ambiente se reduce. Esto significa que el sistema de calefacción debe trabajar más para mantener la temperatura deseada, lo que aumenta el consumo de energía y los costos de calefacción. Al mantener los radiadores limpios, se garantiza una mayor eficiencia energética y, por lo tanto, un menor gasto en calefacción.
Además, los radiadores limpios pueden distribuir el calor de manera más uniforme en una habitación, evitando puntos fríos o calientes. Esto crea un ambiente más cómodo y agradable.
La acumulación de suciedad y polvo en los radiadores además puede acelerar el desgaste y la corrosión de las partes metálicas. La limpieza regular ayuda a prolongar la vida útil del sistema de calefacción y reduce la necesidad de reparaciones costosas.
En lo relacionado con el cuidado de la salud, los radiadores sucios pueden liberar partículas de polvo y alérgenos en el aire de la habitación cuando se calientan. Esto puede afectar la calidad del aire interior y causar problemas respiratorios en personas sensibles. Al mantener los radiadores limpios, se mejora la calidad del aire interior.
Y aunque esto no es tan habitual, la acumulación de polvo y suciedad en los radiadores también puede ser un riesgo para la seguridad. El polvo acumulado podría incendiarse en ciertas condiciones, lo que potencialmente podría causar un incendio. Mantener los radiadores limpios reduce este riesgo.
Cómo limpiar los radiadores
Por lo tanto, la limpieza regular de los radiadores es esencial para mantener un sistema de calefacción eficiente, prolongar su vida útil, mejorar la calidad del aire interior y garantizar la seguridad en el hogar o en el lugar de trabajo. Es una práctica de mantenimiento sencilla pero fundamental para el funcionamiento adecuado del sistema de calefacción y por eso vamos a ver cómo realizarla de forma correcta.
Lo primero es apagar el sistema de calefacción. Asegúrate de que el radiador esté frío antes de comenzar la limpieza para evitar quemaduras y garantizar la seguridad. Puedes colocar en la zona trasera del radiador un cartón de su tamaño para evitar que el polvo o los restos de suciedad lleguen a la pared o a los muebles cercanos.
Para limpiar el polvo superficial, usa un paño limpio o una brocha para quitar el polvo y la suciedad superficial del radiador. Puedes hacerlo regularmente para mantenerlo limpio. Si es necesario, puedes limpiar las aletas del radiador con un cepillo suave o un cepillo de dientes para eliminar la suciedad adherida. Asegúrate de no doblar ni dañar las aletas.
Un truco para llegar a los sitios más difíciles pasa por usar una gamuza hecha una trenza o similar de forma que te permita pasarla por las ranuras y rendijas. De esta forma, puedes humedecerla y pasarla fácilmente tirando desde los dos lados de la gamuza.
En el caso que sea posible, desmonta las cubiertas o paneles. Algunos radiadores tienen cubiertas o paneles que se pueden quitar para acceder al interior. Retira estas cubiertas si es posible. Si has retirado las cubiertas o paneles, límpialos con un paño húmedo y jabón suave. Asegúrate de que estén completamente secos antes de volver a instalarlos.
Si no es posible, intenta aspirar o soplar el polvo todo el polvo que puedas. Usa una aspiradora con un accesorio de cepillo o un soplador de aire comprimido para eliminar el polvo y la suciedad de las aletas del radiador y de las áreas de difícil acceso. En caso necesario, puedes usar un secador para quitar el polvo superficial al que no puedes llegar con la mano.
Una vez has terminado, es buen momento de comprobar las conexiones y las válvulas para asegurarte de que no haya fugas de agua y de paso, purgar los radiadores para quitar las bolsas de aire que hace que calienten menos y funcionen peor.
Tras todos estos pasos dados, puedes encender el sistema de calefacción. Una vez que hayas terminado la limpieza y te asegures de que todo esté seco y en su lugar, enciende el sistema de calefacción y comprueba que el radiador funcione correctamente.
Imagen portada | Foto de he gong en Unsplash
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