El valor de algunas casas en la playa está bajando rápidamente por culpa del cambio climático: ni las viviendas de lujo se libran

El impacto económico es múltiple, puesto que además de a los propietarios afecta a negocios turísticos y a la recaudación de impuestos de los ayuntamientos

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Tener una casa en la playa es el sueño para muchas familias que viven la mayor parte del año en zonas de interior. Y no solo para ir unos días en vacaciones, sino para vivir permanentemente o incluso como inversión para la jubilación.

Hay mucha demanda y poca oferta, lo que ha hecho que las viviendas en primera línea sean de lo más cotizado con precios estratosféricos, y más teniendo en cuenta el auge del turismo internacional.

Sin embargo, la situación está cambiando y podría modificarse sustancialmente en los próximos años, según señalan una serie de entrevistas publicadas por la CNBC, ya que el cambio climático está haciendo que se trastoquen los planes de algunos residentes en zonas costeras en distintos países y regiones dentro de esos países. ¿Cuál es el problema?

Costas y playas que cambian de estado cada temporada

A medida que los efectos del cambio climático se van manifestando, las tormentas se intensifican y el nivel del mar aumenta sobre todo en estos periodos tormentosos, haciendo que el agua literalmente cambie el aspecto las costas en ciertas regiones del mundo.

Las viviendas y zonas cercanas a la orilla, como los paseos, las playas en sí mismas, zonas públicas, espacios de transición hasta las viviendas, restaurantes, negocios para turistas, etc. situados en estas localizaciones sufren inundaciones y erosiones más frecuentes.

En el artículo, que está centrado en Estados Unidos, se citan ciudades y regiones como Dana Point, California, Long Island, Nueva York, Nantucket o Massachusetts, pero es algo que hemos podido comprobar también en España y otros países con salida al mar cada vez que viene un temporal.

Katie Manning Osiuiezz6v0 Unsplash Imagen: katie manning

De hecho, no hay que irse muy lejos para poder hablar de un episodio similar, sino solo remontarnos un par de meses hasta abril de 2024 cuando con olas de cinco metros en el puerto de Barcelona y vientos de más de 70  km/h debidos a la tormenta Nelson en la costa catalana hicieron que algunas playas prácticamente desaparecieran del mapa.

El problema es múltiple, ya que en algunas zonas las tormentas y la subida del nivel del mar hacen que la arena de la playa desaparezca, erosionándose las zonas cercanas, acercando las viviendas a la línea de agua cada vez más y perdiendo cimientos en muchas construcciones, desapareciendo paseos, casas, chiringuitos, restaurantes.

¿Esto no es algo que ha sucedido siempre? Pues sí y no. La realidad es que estos episodios se están volviendo cada vez más frecuentes e intensos haciendo que muchas veces ni los propietarios ni las administraciones públicas puedan ir cubriendo los daños por falta de presupuesto.

Y es que, además, las implicaciones económicas están aumentando, ya que no solo hay que hacer frente a las reparaciones, sino que las viviendas cercanas a las playas que se ven afectadas están perdiendo su valor.

De hecho, se dan ejemplos de cómo en Nantucket viviendas de lujo que hace poco se valoraban por unos 2 millones de dólares ahora valen poco más de 600.000, puesto que poca gente quiere asumir el riesgo de que en el próximo temporal su vivienda se vea afectada.

¿Qué sucederá en los próximos años? Pues es difícil aventurarse, pero la realidad es que cada temporada que pasa vemos más noticias sobre tormentas que han destruido una playa por aquí, una DANA que se ha comido el paseo marítimo en cierto pueblo turístico, o incluso el efecto opuesto: mareas que han llevado mucha cantidad de arena a una zona donde antes casi no había.

Probablemente no vayamos a ver en el corto plazo paisajes de costa desolados como en las películas de ciencia ficción, pero la realidad es que los impactos económicos de estos eventos ya han comenzado a notarse haciendo que el valor de muchas propiedades descienda y, con él, el de los impuestos que se pagan por dichas propiedades, así como los ingresos por turismo.

Vía | CNBC

Imagen portada | Jorge Franganillo

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