La alta fidelidad suele generar opiniones encontradas. Basta darse una vuelta por cualquier foro para comprobar que hay usuarios adeptos al vinilo, y también incondicionales de los formatos digitales; entusiastas de las cajas electrostáticas y defensores acérrimos de los diseños electrodinámicos, etc. Todos los gustos y las elecciones son absolutamente respetables, por supuesto.
Sin embargo, existe una confrontación especialmente desafortunada entre los partidarios de los dispositivos con válvulas de vacío y los que prefieren las electrónicas que solo utilizan transistores. En mi opinión, es desafortunada porque procede de un prejuicio y suele incitarnos a olvidar lo que realmente importa: la música.
Hay quien defiende que los dispositivos con válvulas adolecen de una mayor distorsión armónica total y un cierto nivel de coloración, además de que requieren un mantenimiento innecesario en los componentes con transistores. Y es cierto, con algunos matices. Pero también hay quien asegura que los transistores no ofrecen la calidez, el timbre y la riqueza armónica de las válvulas. Y también es cierto, pero con algunas reservas.
Lo que importa es la música
Os sugiero que intentemos dejar a un lado las ideas irreconciliables. Durante las dos últimas décadas he tenido la ocasión de escuchar decenas de componentes con válvulas de vacío, híbridos y únicamente con transistores, y hay algo que tengo muy claro: esta característica no es importante. He escuchado etapas a válvulas sin vitalidad y con un control de los transductores de graves muy mejorable, y también diseños con una precisión tímbrica, unos graves, una escena sonora amplia y una gama media absolutamente increíbles.
También he escuchado componentes que solo usan transistores con una frialdad absoluta, un brillo excesivo y un grave muy mejorable, y otros con una calidez, un nivel de detalle y una pegada en la zona baja de infarto. Mi experiencia solo me permite defender que no importa si un componente usa válvulas, transistores o los dos elementos a la vez. Lo que realmente importa es la topología circuital y cómo cada elemento del dispositivo se relaciona con todos los demás a nivel eléctrico.
Si sois fans de las válvulas, o de los transistores, os sugiero que hagáis lo posible por escuchar un equipo con componentes del «partido contrario» pero que realmente esté bien diseñado, con una sinergia entre elementos óptima y en el que prevalezca la musicalidad ante todo. Dejaréis de escuchar aparatos y pasaréis a disfrutar la música, que es lo que realmente importa. Por mucho que, como a mí, os entusiasme la tecnología y el «hardware» de alta fidelidad.
Un último apunte que quizás os interese. Las etapas a válvulas monofónicas que podéis ver en una de las imágenes del post son las Kagura, de Kondo/Audio Note. Y la etapa a transistores, también monofónica, es la XA100.8 de Pass Labs, que trabaja en clase A pura. Ambos diseños son realmente excepcionales y nos permiten disfrutar la música con toda su complejidad y riqueza. Hay muchas más opciones con estos mismos atributos. Esto es lo que verdaderamente importa, y no si en su interior hay válvulas o transistores. ¿No os parece?
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