A la hora de hacer la comida, es fundamental saber que no todos los electrodomésticos gastan la misma cantidad de energía, un dato que nos permite lograr ahorros importantes si lo que buscamos es bajar la factura eléctrica o de gas a final de mes.
Como vimos en este artículo, de menor a mayor consumo tenemos los siguientes sistemas para cocinar: microondas, placa de inducción, vitrocerámica, freidoras eléctricas, de aceite y horno eléctrico, lista que como vemos sitúa al microondas en el primer puesto con el menor coste posible.
Sin embargo, hay algunos factores adicionales que conviene conocer antes de empezar como locos a cocinar todo en el microondas, ya que de ellos dependerá que podamos extraer o no todo su potencial.
Consumo eléctrico en el microondas: qué conviene saber
Los microondas son aparatos muy eficientes que dependiendo del tamaño y las prestaciones ofrecen consumos eléctricos de entre 500 y 1.200 vatios, valor que podemos hacer variar con la potencia seleccionada.
Son cifras muy inferiores a los 1.500-3.000 que puede llegar a gastar una placa de vitrocerámica o inducción en cada fuego, y además hay que sumar que en general calentar con el microondas es mucho más rápido, por lo que el tiempo que estamos gastando energía es además menor.
Sin embargo, no todos los microondas consumen lo mismo y hay algunas funciones que pueden hacer que el consumo se dispare o que se reduzca notablemente:
- Microondas con grill: estos modelos incorporan una resistencia tradicional que permite gratinar y dorar los alimentos. Permiten dar un toque especial por ejemplo a la pasta y arroces, pero a cambio gastaremos mucha más electricidad que en el modo normal de funcionamiento, añadiendo potencias extra de unos 1.000 vatios más.
- Función de convección: estos modelos son aún más potentes, ya que combinan microondas y ventiladores, resultando en una especie de freidora de aire a costa de incrementar el consumo energético.
- Microondas con tecnología inverter: los modelos con este sistema pueden regular la potencia de forma más precisa, lo que favorece un menor consumo eléctrico y un calentamiento más uniforme.
El consumo de electricidad también variará en función del tipo de programa que seleccionemos. Así, los de descongelación suelen gastar menos energía que los de calentar convencionales.
Pero sobre todo hay dos factores que harán que nuestro aparato gaste más o menos luz y con el que podemos jugar para ahorrar: la temperatura inicial del alimento y la cantidad que metamos.
La temperatura es algo que muchas veces olvidamos, ya que solemos sacar la comida a calentar en el último momento o incluso ponemos a hervir agua o leche que teníamos fría dentro de la nevera en una botella. Esto hace que necesitemos más tiempo de uso del aparato y por tanto que gastemos más.
Por supuesto, cuanta más cantidad de comida o líquido metamos dentro más tardaremos en calentarlo. Por ello conviene pensar bien si vamos a necesitar calentar tanta cantidad de agua para hacernos una infusión, calentar toda la taza de leche para echarnos una gotita, etc. y con ello a la larga conseguiremos ahorrar energía.
Finalmente, hay que señalar que aunque el gasto energético por tiempo de uso del microondas es menor, también lo es su capacidad o volumen disponible si lo comparamos con un horno o con una placa de cocina. ¿Qué significa esto? Pues que si somos uno o dos comensales probablemente tendremos suficiente con una sola carga, pero si nuestra familia es numerosa habrá que hacer varias tandas para calentar o cocinar cualquier cosa en el microondas con lo que multiplicamos tiempos y costes energéticos.
Imagen portada | José Antonio Carmona
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