Aunque cada vez son menos los hogares que utilizan el teléfono fijo, el auge de los móviles ha opacado el declive del teléfono tradicional. Este cambio en los hábitos no ha impedido que reaparezca un fenómeno que muchos creían superado: las llamadas de spam.
Es común estar descansando en casa o a punto de dormir, y recibir una llamada publicitaria o, como cada vez ocurre más, alguna estafa. A pesar de que la Lista Robinson pretende acabar con esta práctica, en muchos casos parece imposible lograrlo. De hecho, en mi experiencia personal, estas llamadas no solo no han disminuido, sino que han aumentado en los últimos meses.
¿Qué es la Lista Robinson?
Imagen generada con IA
La Lista Robinson es un registro de exclusión diseñado para proteger la privacidad de los ciudadanos y evitar que reciban comunicaciones no deseadas, como llamadas publicitarias, correos electrónicos, mensajes de texto (SMS/MMS) y correos postales no solicitados. Las empresas que no hayan recibido consentimiento explícito de los consumidores están obligadas a consultar esta lista antes de realizar cualquier comunicación comercial. En España, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) gestiona este registro.
Sin embargo, la efectividad de la Lista Robinson ha sido cuestionada, especialmente con el auge del spoofing telefónico (suplantación del identificador de llamada). En estos casos, la lista se vuelve casi inútil, ya que los números falsificados eluden las restricciones.
Nada sirve de barrera
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Ni siquiera la última reforma de la Ley General de Telecomunicaciones, que entró en vigor a finales de 2023 y endurece las restricciones sobre comunicaciones comerciales, ha conseguido frenar este acoso telefónico. La nueva normativa exige que las empresas respeten la Lista Robinson y obtengan el consentimiento previo y explícito de los consumidores antes de realizar llamadas comerciales. No obstante, hay excepciones y lagunas que dificultan su cumplimiento, dejando a las autoridades españolas con pocas herramientas para actuar.
En mi caso, inscribí uno de mis números en la Lista Robinson y, al principio, la cantidad de llamadas disminuyó. Pero esta mejora no se ha mantenido en el tiempo. También añadí el número fijo de mis padres, y lejos de mejorar, las llamadas han aumentado.
Además, muchas de las llamadas que recibo ya no son atendidas por una persona, sino por grabaciones automatizadas que se activan tras el típico “beep”. Incluso, cuando tengo el buzón de voz activado, me encuentro mensajes como este:
“Estimado, le contactamos para informarle de un proceso de selección en XXXX. Necesitamos que nos facilite…”.
Algunos me preguntan por qué no uso aplicaciones de bloqueo automático de llamadas sospechosas en el móvil. Aunque estas aplicaciones me avisan de algunas llamadas sospechosas, muchas provienen de números de móvil o de teléfonos fijos locales, incluso de mi propia provincia. Como estoy esperando algunas llamadas legítimas, no tengo más remedio que atenderlas
Las causas del incumplimiento
Foto de Andrea Piacquadio
A pesar de las medidas implementadas, como en mi caso o el de mis padres, estas llamadas siguen siendo un problema real. Una práctica que se puede explicar por varias causas:
1. Fraudes telefónicos: Las campañas de llamadas fraudulentas, cuyo objetivo es obtener datos personales y bancarios de las víctimas para cometer robos de identidad o estafas, no se ven disuadidas por amenazas de sanciones legales, ya que los responsables son delincuentes que ignoran la ley.
2. Incumplimiento por parte de empresas: Algunas compañías, ya sean pequeñas que desconocen la normativa o grandes que deciden ignorarla, no cumplen con la obligación de consultar la Lista Robinson. Estas últimas suelen considerar que las multas son menores que los beneficios obtenidos de las llamadas.
3. Proveedores internacionales: Las llamadas de telemarketing provenientes de otros países son difíciles de controlar debido a las diferencias en las normativas de protección de datos. Muchas de estas llamadas se realizan desde centros de atención al cliente fuera de España, donde las leyes locales no respetan las normativas españolas.
¿Qué soluciones existen?
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Lamentablemente pocas. Usar aplicaciones anti-spam para filtrar las llamadas es una alternativa pero ya hemos visto como no siempre es efectiva, especialmente frente a técnicas como el spoofing. Cambiarse de número es algo que tampoco creo que sirva de mucho, aparte que no lo veo demasiado práctico por todo lo que conlleva. Quizás olvidarse del móvil pueda ser la mejor solución.
Foto de portada | Andrea Piacquadio
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