Tengo en casa un frigorífico de dos cuerpos: la nevera en la parte superior y el congelador en la inferior. Durante unas horas, se había convertido en una auténtica pesadilla por el ruido que generaba. Y ojo, porque no eran los crujidos habituales a los que estamos acostumbrados y que, en general, son totalmente normales.
Sin embargo, en este caso, el ruido era tan escandaloso que, en el silencio de la noche, resultaba difícil conciliar el sueño. Con algo de tiempo y la luz natural de la mañana, tuve la paciencia necesaria para buscar el origen del problema, y lo solucioné de la forma más sencilla.
Un ruido atroz
Tras inspeccionar tanto el congelador como la nevera, me di cuenta de que la puerta del congelador se había quedado abierta por un cajón que no cerré completamente. Esto, además de causar un consumo energético innecesario, había hecho que se formara hielo alrededor del ventilador.
El ventilador del congelador está protegido por un plástico, y al acumularse hielo en esa zona, se producía el molesto ruido que me había impedido dormir. Mi primera idea fue descongelar el congelador para eliminar todo el hielo del ventilador.
Sin embargo, decidí probar una solución diferente. Saqué todo el contenido del congelador e introduje un palito en el conducto del ventilador para detener las hélices. Aunque tenía cierto miedo de causar un problema mayor, el ventilador se detuvo suavemente, sin complicaciones.
La causa del ruido en el congelador era que el ventilador había acumulado escarcha o hielo alrededor de sus aspas o ejes, lo que provocaba que se atascase o hiciera ruido. Al pararlo momentáneamente se logra que el ventilador se reajuste, liberando el posible hielo acumulado y eliminando el ruido. Eso es lo que esperaba que ocurriese.
Para mi sorpresa, al realizar esta acción, el ventilador se paró, y al volver a girar después de retirar el palito, el ruido desapareció. La causa era el hielo, y parece que al detener las hélices, el poco hielo que estaba obstruyendo se soltó (aunque no se pueden ver las hélices desde fuera).
Este era el primer paso para probar. Si no hubiese funcionado, lo siguiente era descongelar el congelador completamente para eliminar cualquier acumulación de hielo y comprobar el ajuste de las gomas de la puerta para evitar que entre humedad. Era lo último antes de llamar al servicio técnico.
Foto de portada | Old Youth en Unsplash
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