Este año decidí instalar en mi hogar una mirilla conectada con timbre. Aunque la inversión no era excesiva, sí requería cumplir con todas las normativas legales para evitar posibles problemas.
Como ya mencioné anteriormente, había configurado la cámara para que su uso fuese completamente legal y, hasta ese momento, el resultado había sido más que satisfactorio. Sin embargo, fue durante unos días en los que me ausenté de casa cuando descubrí la verdadera utilidad de estos dispositivos: me ayudaron a evitar un potencial susto en mi domicilio.
Está funcionando mejor de lo que esperaba
Como ya expliqué, instalé un timbre conectado con una mirilla digital. Una pantalla interior me permite ver lo que ocurre al otro lado de la puerta, y además, una aplicación móvil me notifica si alguien llama al timbre o si una persona permanece durante un tiempo determinado cerca de la entrada. La cámara no graba, simplemente envía una alerta al móvil indicando que algo está sucediendo, y en ese momento puedo conectarme para ver en tiempo real lo que está ocurriendo.
Eso fue exactamente lo que sucedió. Me encontraba en otro lugar, lejos de casa, cuando recibí una alerta de la aplicación del timbre conectado. Pensé que podría ser un repartidor, así que me dispuse a mirar. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme con un individuo que observaba detenidamente y manipulaba los marcos de la puerta.
A distancia, poco podía hacer más allá de comunicarme a través del altavoz incorporado en el timbre, pero eso podría alertarlo y quizá nunca llegaría a saber lo que realmente estaba haciendo. Decidí, entonces, avisar a un familiar que vive cerca para que se acercara lo antes posible. Una vez confirmé que el individuo se había marchado sin haber intentado nada más, me sentí más tranquilo.
Cuando mi familiar llegó, estuvimos en contacto telefónico mientras revisaba la entrada. Se percató de un trozo de adhesivo colocado bajo el felpudo y de una pequeña tira casi invisible de silicona en la puerta, probablemente utilizadas como "chivatos" para indicar si alguien había estado en el domicilio, un método comúnmente usado por ladrones para comprobar si hay alguien en casa.
Tras enterarme de esto, le pedí a mi familiar que inspeccionara la puerta y revisara el interior de la vivienda. Aunque estaba seguro de que no había ocurrido nada, ya que dentro de la casa tengo instaladas varias cámaras de seguridad que no detectaron ningún movimiento.
¿Podría haber pasado algo más? Eso nunca lo sabré. Le pedí a mi familiar que eliminara cualquier resto de adhesivo en la puerta y que quitara el trozo de cinta bajo el felpudo.
Gracias a esta experiencia, he comprendido la importancia de contar con un sistema de seguridad en casa que no solo sirva para grabar o captar imágenes, sino que también permita una vigilancia en tiempo real, brindándome la tranquilidad de saber que mi hogar está protegido, incluso cuando no estoy allí.
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