Hace unas semanas pude desconectar de todo en un viaje a Japón. Visitamos las localidades de Osaka, Kioto, Nara, Kobe, Tokio y también nos dio tiempo a un relajante día en Hakone en uno de sus baños termales naturales. La cultura, los templos, la gente, la comida… Todo fue maravilloso. Pero yo ya viajaba con la intención de probar algo que, efectivamente, sabía que iba a echar en falta al regresar a España: los inodoros con chorrito.
Cuando terminamos el trabajo, realmente no acabamos desconectando del todo, ya que la mente tira hacia qué experiencias podemos aprovechar para publicar e informar a los lectores. Y yo ya tenía decidido qué texto me quería traer de Japón. Fue un no parar, y sorprendente el hecho de que este tipo de váteres se encontraran en prácticamente todos los baños, fueran públicos o no.
Los inodoros eran el templo de relajación perfecto
Por si te pillo despistado, básicamente me refiero a esos inodoros que, con tan solo presionar un botón, un tubito sale de su escondite y lanza agua a presión hacia el hoyo. A pesar de que era la función estrella, los inodoros también contaban con asientos calefactables, limpieza y secado de la zona, lavabo para aprovechar el agua que baja al tirar de la cadena (en algunos) y hasta música incorporada para cuando el tema es más serio y tenemos que abrir el tanque de desperdicios y nos de vergüenza que suene en público.
La primera experiencia que tuve con estos baños fue maravillosa, ya que no solamente era la tecnología que había detrás, sino lo limpios que estaban todos y cada uno de los baños a los que íbamos, fuesen de la habitación o públicos en cualquier restaurante o bar. Lo cierto es que se podría considerar a estos baños como otro de esos templos de relajación.
El sistema que atesoran estos inodoros es bastante sencillo, por lo que no me explico la razón por la que no se extiende más su uso en España. Todo está integrado en la propia tapa y no en la estructura del inodoro, por lo que puedes tener un váter completamente normal e integrar todas estas funciones de manera independiente.
En la tapa y el asiento se encontraban integradas prácticamente todas las funciones, además de los mandos de control. Aunque había inodoros en los que sus mandos permanecían de forma separada y en un cuadro independiente. Además de ello, la tecnología depende de una toma de alimentación, como es evidente, así como una tubería que comunique el agua con el tubo donde saldrá el chorro de agua.
En varios grandes almacenes era posible adquirir estas tapas/asientos mágicos para el inodoro. Los precios circulaban los 40.000 yenes (unos 244 euros al cambio), aunque también había modelos mucho más costosos. Si me preguntáis a mí, nada caro para todo lo que ofrece.
En los mandos de control podíamos modificar la presión del chorro, la temperatura del asiento calefactable (si lo incluía), un botón de secado para la zona afectada, la musiquita de ascensor para ocultar que estamos en la tarea (normalmente esta función se encontraba en los baños públicos de grandes superficies), y hasta un botón para elevar la tapa automáticamente.
Tras días en España, no pensé que echaría tanto en falta esta tecnología, ya que es bastante más efectiva de lo que parece. En un solo lugar ocurre todo. Eso sí, todo hay que decir que el papel higiénico que se utiliza en Japón es de solo una capa y ultrafina, por lo que la asistencia de esta tecnología era casi obligada.
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