Cada cuánto tiempo es bueno cambiar y lavar las sábanas según la ciencia

  • La cama es un elemento básico para nuestra salud que va más allá de cambiar el colchón cada cierto tiempo

  • Cambiar las sábanas es básico para acabar con las células muertas de la piel, restos de sudor o hasta ácaros

Sabanas
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A la hora de cuidar nuestra salud, hay un elemento del hogar que a menudo pasamos por alto: la cama. No se trata únicamente de cambiar el colchón periódicamente, sino también de prestar atención a la ropa de cama. Este aspecto, aunque pueda parecer secundario, juega un papel crucial en nuestro bienestar diario.

La frecuencia con la que debemos cambiar y lavar las sábanas varía según factores como las preferencias personales, la salud de la piel, el clima y las circunstancias individuales. Sin embargo, tanto la ciencia como los expertos en salud ofrecen recomendaciones generales.

Por qué hay que cambiar las sábanas

Pexels Rdne Stock Project 5591961 Foto de Rdne Stock Project

En promedio, una persona pasa alrededor de un tercio de su vida durmiendo, lo que equivale a unos 24 años si tomamos como referencia una esperanza de vida de 72 años. Este dato subraya la importancia de cuidar tanto el colchón como la ropa de cama, ya que influyen directamente en nuestra calidad de vida.

Cambiar las sábanas con regularidad es fundamental por varias razones. Las sábanas se ensucian debido a la acumulación de varios factores relacionados con nuestro cuerpo y el entorno en el que dormimos. Estas son las causas principales por las que se ensucian:

  • Células muertas de la piel: nuestro cuerpo desprende millones de células cutáneas diariamente, muchas de las cuales terminan acumulándose en las sábanas.
  • Sudor: durante el sueño, nuestro cuerpo regula su temperatura y, como resultado, transpiramos. El sudor puede impregnar las sábanas, especialmente en climas cálidos o si usamos mantas gruesas.
  • Aceites corporales y productos: la piel produce aceites naturales que, junto con restos de lociones, cremas o productos para el cabello, pueden transferirse a las sábanas.
  • Polvo y ácaros: las sábanas acumulan polvo del ambiente, lo que crea un entorno propicio para la proliferación de ácaros. Estos microorganismos, junto con sus excrementos, son una de las principales fuentes de suciedad y alérgenos.
  • Cabello y caspa: durante el sueño, caen cabellos y partículas de caspa, que se adhieren a la tela de las sábanas.
  • Bacterias y gérmenes: el contacto constante con nuestra piel y otros elementos (ropa de dormir, almohadas, mascotas, etc.) transfiere bacterias y microorganismos que se acumulan con el tiempo.
  • Humedad ambiental: en climas húmedos, las sábanas pueden absorber humedad, creando un entorno donde se desarrollan moho y otros microorganismos.
  • Mascotas: en casos en que las mascotas duerman en la cama, estas pueden traer pelo, suciedad, gérmenes e incluso parásitos que ensucian las sábanas.

Según los expertos, renovar las sábanas al menos una vez a la semana es una práctica saludable. Por ejemplo, la doctora Lindsay Browning, psicóloga y experta en sueño, en declaraciones a la BBC recomienda hacerlo “una vez a la semana o, como máximo, cada dos semanas”. Esta rutina contribuye a mantener un entorno de descanso limpio y saludable.

En algunos casos, puede ser necesario ajustar esta periodicidad. Si sufres de alergias, acné u otras afecciones de la piel, es posible que debas cambiar las sábanas con mayor frecuencia, quizás cada pocos días. Asimismo, factores como el sudor pueden acelerar la acumulación de suciedad, generando olores desagradables y afectando la calidad del sueño.

"El sudor entra en las sábanas, lo que hace que no solo tengan un olor desagradable, sino que también se obstruyan lo suficiente"

Las condiciones climáticas también influyen en esta rutina. En verano o en climas cálidos y húmedos, la transpiración es más frecuente, lo que hace necesario lavar las sábanas con mayor regularidad. En invierno, aunque sudemos menos, la acumulación de humedad en la ropa de cama también puede requerir atención.

Para garantizar una limpieza efectiva, es recomendable lavar las sábanas en agua caliente, idealmente a una temperatura de al menos 60 grados Celsius, eliminando así gérmenes y ácaros.

No debemos olvidar las fundas de las almohadas, que también acumulan suciedad y deben ser lavadas o cambiadas con frecuencia. Estas piezas suelen estar en contacto directo con el rostro y el cabello, por lo que mantenerlas limpias es crucial para prevenir problemas cutáneos.

Finalmente, es importante recordar que estas son recomendaciones generales. Cada persona debe adaptar estas pautas a sus necesidades específicas y circunstancias. Si tienes dudas o condiciones de salud particulares, consulta a un profesional para obtener orientación personalizada. Cuidar la cama y su ropa no solo mejora la calidad del sueño, sino que también protege nuestra salud general.

Foto de portada | Estilohogar

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