A la hora de tener un pequeño huerto en casa ya vimos en este artículo que no siempre es necesario contar con un jardín o un espacio amplio, sobre todo si queremos plantar árboles frutales.
Es posible hacerlo también en macetas y jardineras de diferentes tamaños que podemos situar estratégicamente en lugares como la terraza, el patio, o incluso en interiores si son luminosos.
Y uno de los árboles más populares y que mejor resultado dan en nuestra latitud es el limonero, un frutal que aparte de dar un toque de color y servirnos en infinidad de preparaciones gastronómicas, resulta fácil de cuidar, requiriendo esencialmente sus horas de sol y un buen drenaje así como una poda adecuada.
Cómo y cuándo podar el limonero
Este árbol frutal no solo necesita un clima templado y luz directa del sol para crecer y mantenerse sano, sino que también requiere estar resguardado del viento y tener un suelo fértil y bien drenado. Además, los riegos deben ser abundantes y frecuentes, siendo necesario abonar el árbol en primavera y al final del verano.
Pero además será necesario realizar una poda adecuada para lograr que nos ofrezca frutos de calidad y para guiar al árbol en su crecimiento ayudándolo sobre todo en terrazas y patios a crear una estructura que se adapte a su recipiente y espacio circundante.
Las primeras podas hay que realizarlas ya desde los tres años, puesto que darle forma al limonero cuando sea demasiado grande resultará más complicado. Solo necesitaremos unas tijeras de podar y hay que tener en cuenta que una poda antes del tercer año podría dañar el árbol porque aún es frágil.
¿Cuándo hay que podar? Cuando un limonero es todavía joven se puede podar en cualquier momento del año, salvo cuando haya riesgo de heladas. En este caso, hay que protegerlo especialmente. El momento más adecuado para hacerlo es antes de que el árbol comience a dar limones o cuando haya finalizado el proceso. Es decir, entre enero y febrero y, sobre todo, entre junio y julio, que es cuando el árbol detiene su crecimiento.
A la hora de podar es importante contar con unas tijeras adecuadas al tamaño de nuestro limonero y que estén limpias para evitar infecciones. La poda tampoco debe ser excesivamente agresiva, a no ser que el limonero esté enfermo o demasiado débil.
Conviene localizar las ramas más gruesas y eliminar las ramas secundarias que se entrecrucen con otras, aquellas que entorpezcan el crecimiento de las ramas principales. También podemos podar las ramas inferiores ya que no van a recibir la luz que necesitan y así el árbol podrá concentrar sus energías en las ramas altas.
Otro truco para que este preciado árbol frutal dé una cosecha buena y abundante, es cortar los primeros frutos y flores. Así estimularemos la cantidad y la calidad de los frutos.
Imagen portada | Edgar Henríquez, LC
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