El calor ya ha llegado y si tenemos aire a condicionado en casa, ya sea de tipo fijo o portátil toca ponerlo a punto para poder disfrutar de él durante unos meses. Sin embargo, al ser uno de los electrodomésticos que más luz gastan puede que nos eche para atrás su encendido diario.
¿No hay forma de poder usar el aire acondicionado sin gastar una pequeña fortuna en la factura de la electricidad a final de mes? A continuación vamos a ver unos sencillos trucos y consejos que nos permitirán hacerlo.
Encender el aire en el horario más barato
Los equipos de aire acondicionado funcionan mediante un sistema de compresión que realiza un ciclo de intercambio de calor para producir el frío en la unidad interna. Este proceso es el que más electricidad necesita, sobre todo cuando encendemos el aparato desde cero y tenemos que comenzar a enfriar (o calentar en el caso de la bomba de calor) la sala.
Por este motivo, conviene trasladar el momento de encender el aire acondicionado a la franja horaria donde el precio por kilovatio sea más reducido cada día. En caso de que nuestra tarifa sea regulada y como vimos a fondo en este artículo donde calculábamos el coste de poner el aire un par de horas, este momento suele situarse alrededor de las 14:00 horas por las mañanas y sobre las 22:00 horas por las noches en días laborables y entre las 14:00-16:00 horas los fines de semana.
Si tenemos una de estas tarifas reguladas o PVPC podemos consultar el precio de cada día directamente en la página web de Red Eléctrica Española. Si por el contrario estamos en el mercado libre, el precio dependerá de la empresa con la que tengamos contratada la luz, por lo que tendremos que mirar nuestro contrato o la página web de nuestra comercializadora.
La idea básica es asegurarnos de encender el aire en este horario de precio mínimo de la luz, que será cuando más gastará el equipo, y luego, cuando ya esté la casa fresquita podamos bajar la potencia de funcionamiento para gastar menos. Es decir, lo importante es que el pico de consumo al encenderlo se produzca cuando menos nos va a costar cada vatio.
Elegir la temperatura ideal para nosotros
Otro factor que puede ayudarnos a ahorrar significativamente en el uso diario del aire acondicionado es el relacionado con la temperatura objetivo que seleccionemos. Como ya vimos en su día, la temperatura recomendada en verano para estar en casa ronda el rango de 23 a 25 grados y bajar artificialmente esta cifra nos hará gastar entre un 5% y un 7% más en la factura de la luz por cada grado.
El mantener el aire en casa en ese rango de temperaturas lo que hace es permitir que el cuerpo se adapte a la temperatura estival, vistiendo ropa acorde al momento y sin sufrir cambios bruscos. Es justo la tendencia opuesta de muchos usuarios que exigen al sistema de aire acondicionado temperaturas lo más bajas posibles, aunque sea de forma puntual y a máxima potencia. A la larga, este tipo de usos también afectarán a tu bolsillo.
Y, ¿qué pasa si seguimos teniendo calor a pesar de tener el aire en esos 23-25 grados recomendados?. Pues lo que podemos hacer es complementar el sistema con otro equipo adicional que gaste poca electricidad, como veremos en el siguiente apartado.
Complementar el aire con un ventilador o evaporador adicional
Si queremos rebajar todavía más la temperatura, o mejor dicho la sensación térmica de la sala pero sin incrementar el consumo del aire acondicionado podemos optar por añadir un equipo de refrigeración adicional.
Por ejemplo, suelen ser muy efectivos los evaporadores con ventilación o incluso los simples ventiladores de toda la vida. Nos permitirán repartir mejor el frío por la sala, evitar bolsas de aire estancadas y mejorar la sensación térmica en la casa.
Si optamos por un evaporador además estaremos mejorando la humedad ambiental de la sala y lograremos una sensación de frescor mucho más agradable. En cuanto al gasto, el incremento será mínimo, ya que este tipo de ventiladores tienen un consumo que no suele superar los 60-70 vatios, frente a los más de 1.000 vatios que puede llegar a consumir un aire acondicionado.
De hecho, si seguimos teniendo calor en vez de bajar la temperatura del aire, podemos encender uno o varios de estos ventiladores auxiliares apuntando el flujo de aire de forma fija u oscilante hasta nosotros. En general estaremos ahorrando así más energía.
No andar encendiéndolo y apagándolo cada pocas horas
Relacionado con el primer punto, puede parecer que es mejor apagar completamente el aire cuando no vamos a usarlo durante unos minutos, incluso media hora o más, por ejemplo porque salimos de la habitación para ir al baño, a hacer la comida, etc. Sin embargo, en general esto no es así.
En los modelos clásicos sin tecnología inverter una vez alcanzada la temperatura ideal el motor de compresión se apaga y vuelve a encenderse cuando pasamos de un rango especificado por cada fabricante (por ejemplo uno o dos grados), activándose se nuevo su funcionamiento al 100% y repitiendo el ciclo cuantas veces sea necesario.
Esto hace que el aire necesite a la larga más potencia eléctrica con un pico de consumo cada vez que se enciende, siendo menos eficiente que los equipos más modernos con tecnología inverter. Con este tipo de equipos si podemos llegar a notar un ahorro si apagamos el aire cuando salimos un cierto tiempo de la sala.
Si por el contrario contamos con un compresor de tipo inverter, la principal tendencia ahora mismo, una vez hemos alcanzado la temperatura óptima deseada el equipo va a bajar de potencia y a situarse en un rango de muy bajo consumo durante el cual es capaz de mantener la temperatura con un gasto mínimo, subiendo y bajando en la capacidad de refrigeración si lo necesita.
Esto nos permite que, una vez realizado el máximo consumo eléctrico al arrancar y lograr alcanzar la temperatura solicitada durante un cierto tiempo que puede ser de 30-60 minutos, por muy poco consumo eléctrico más y suponiendo que el resto de condiciones no varían, como la temperatura exterior, el número de personas en la habitación, etc. podemos mantenernos en un entorno térmico de confort con un coste más bajo.
Por ello no merece la pena apagar el aire, ya que subirá la temperatura de forma notable y al arrancar el equipo de nuevo tendrá que comenzar el ciclo desde cero incrementando el gasto eléctrico.
Actualizar el aire con funciones inteligentes
Si ya tienes un aire acondicionado en casa, pero este no cuenta con funciones inteligentes, puede ser una opción y además no excesivamente cara, el probar un termostato o controlador adicional que traiga de serie algunas de estas funciones.
Por ejemplo, puedes programar las horas en las que el sistema debe estar en activo así como las horas en las que no debe funcionar porque no estamos en casa, o encenderlo y apagarlo de forma remota para tener siempre la casa fresquita antes de llegar del trabajo. ¿Cómo lo hago si mi aire es muy antiguo y no tiene estas funciones?
La opción más fácil para convertir un aire acondicionado viejo en uno inteligente es la de utilizar un Hub o concentrador WiFi que permita transformar la señal que le llega desde la red inalámbrica a infrarrojos. Este aparato iría alimentado y conectado a nuestra red WiFi, y por medio de la propia app del fabricante, configuraríamos los parámetros necesarios para controlar el aire acondicionado, o cualquier otro dispositivo.
Para hacer funcionar este tipo de dispositivos en nuestro hogar, basta con enchufarlos a la red eléctrica, descargarnos la app del fabricante, o cualquier otra compatible y configurar la red WiFi. Una vez hecho esto, tendremos que buscar el nombre del fabricante de nuestro aire acondicionado en la base de datos de la app y ya tendremos acceso al control desde el teléfono.
En la mayoría de casos también tendremos la opción de configurar este dispositivo para su uso en Google Home o Alexa. Para ello tan solo tenemos que agregar el servicio del que depende la app que controla nuestros dispositivos a estos ecosistemas.
Activar modo y funciones ECO si lo tenemos
Si nuestro modelo cuenta con un modo de funcionamiento de los llamado ECO de bajo consumo conviene usarlo siempre que podamos, ya que se encargará de ajustar la potencia necesaria en cada momento y realizar variaciones en la temperatura para mantener el ambiente ideal en la habitación gastando lo mínimo posible.
En estos modos se suelen incluir por ejemplo sensores de presencia para que el equipo sea capaz de saber cuándo no hay nadie en la habitación y así apagarse parcialmente o bajar la potencia, e incluso detectar si nos hemos dejado las ventanas abiertas para avisarnos de la pérdida de temperatura.
También hay modelos con funciones de detección del número de personas en la sala que incrementan la potencia de funcionamiento cuando estamos acompañados y la bajan si estamos solos. Estas funciones nos permitirá lograr un notable ahorro a final de mes sin renunciar a estar fresquitos en casa.
Otro ejemplo son los diferentes modos nocturnos de los aparatos. Se trata de funciones que debemos activar por las noches, cuando no necesitaremos temperaturas tan bajas y que básicamente incrementarán uno o dos grados el termostato y reducirán la potencia de los ventiladores del equipo para gastar menos y hacer menos ruido.