El calor ya está aquí: cómo preparar el frigorífico para tener el máximo rendimiento gastando menos luz

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Una vez más vuelve la época veraniega con las altas temperaturas que nos obligan a preparar la casa y adaptar nuestros electrodomésticos para superar ola tras ola de calor.

Y uno de los aparatos más importantes que conviene tener en buena forma es el frigorífico, un equipo que debe mantener siempre la temperatura de enfriado más adecuada para poder cumplir correctamente su función de conservar los alimentos, tanto en la parte de la nevera como en la del congelador.

Sin embargo, muchas veces ni nos damos cuenta de que su funcionamiento no va a ser igual en invierno que en verano, y luego podemos tener un peor mantenimiento de la comida en su interior, o simplemente puede parecernos que no enfría como debería. ¿Qué podemos hacer?

Limpieza general por dentro y por fuera

frigorifico

Un punto importante para poder extraer el máximo partido de nuestros frigoríficos en verano consiste en hacer una limpieza a fondo del aparato antes de que se estrene la temporada.

Conviene repasar que no haya alimentos a punto de caducar, tirar todo lo que ya no esté en condiciones y limpiar los estantes y superficies por dentro para eliminar bacterias y otros microorganismos que puedan proliferar con las altas temperaturas.

También podemos, si es que tenemos la opción y el equipo cuenta con ellas, limpiar las rejillas traseras del aparato para permitir un mejor intercambio de calor con el exterior del motor de compresión y un funcionamiento más eficiente.

Estas acciones nos darán posteriormente un mejor margen para introducir comida en el frigorífico manteniendo la seguridad alimentaria y minimizando riesgos.

Ajustar la temperatura de funcionamiento

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En su día ya hablamos sobre cuáles son las temperaturas ideales de funcionamiento para los frigoríficos y congeladores si queremos la máxima eficiencia, pero dichos valores cambian ligeramente en verano.

Como vimos, la temperatura óptima dentro del frigo se sitúa en torno a 4°C, aunque puede oscilar entre los 3 y los 5 grados, en función de lo vacía o lo llena que esté la nevera. Por su parte, la temperatura ideal del congelador se sitúa entre los -17°C o - 18°C.

Esto sería en condiciones ideales con un uso "normal" del frigorífico, algo que no siempre se da durante el verano, puesto que con el calor nos apetece tener más bebidas fresquitas dentro que estamos sacando con más frecuencia, introduciendo al mismo tiempo nuevo calor dentro del aparato.

El congelador también sufre un extra de temperatura en verano, no solo por las temperaturas externas que son más elevadas, sino porque es más frecuente que introduzcamos helados, zumos, cubitos de hielo y alimentos más calientes que en invierno.

¿Qué podemos hacer? Pues la recomendación más habitual es reducir sensiblemente la temperatura habitual del frigorífico para compensar este mayor uso del equipo. Gastaremos algo más electricidad, sí, pero a cambio lo compensaremos manteniendo mejor conservados los alimentos, que durarán más, y lograremos una temperatura de degustación de bebidas y helados más agradable.

En general con bajar la temperatura del interior del frigo a 3 grados es suficiente, dependiendo del uso que le demos, aunque en el caso del congelador, sobre todo si es modelo separado (por ejemplo arcón o side-by-side) podemos bajar algo más llegando a -20 o -21 grados frente a los -18 de invierno.

Llenarlo hasta los topes

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Otro consejo habitual para épocas donde hace mucho calor es tener el frigorífico y el congelador lleno hasta arriba para tratar de conservar el frío en su interior todo lo posible y consumir menos electricidad en el uso diario.

La idea es reducir todo lo posible la cantidad de aire que hay en el interior de los equipos, que es lo que más fácilmente escapa fuera cada vez que abrimos la puerta, un gesto que suele ser mucho más habitual en verano por ejemplo cada vez que algún miembro de la familia va a coger agua fría.

En el caso de que no queramos o podamos almacenar comida para llenar el frigo hasta los topes siempre podemos tratar de completar huecos con botellas de agua ya sea mineral o del grifo, latas de refresco o similares.

Y de igual forma podemos hacer en el congelador, donde si lo tenemos con pocas cosas cada vez que abramos la puerta saldrá todo el frío acumulado y entrará el aire caliente del exterior.

Introduciendo botellas de agua que estén rellenas hasta un poco más de la mitad (para que no se revienten) lograremos incrementar la inercia térmica dentro del recinto y perderemos menos temperatura al abrir la puerta del congelador.

Imagen portada | Zac Gudakov

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