Los tres trucos científicos que pocos practican para no pasar frío en casa (tengamos o no tengamos calefacción)

Se trata de trucos para mantenernos calientes sin tener que gastar un dineral en calentar la casa

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Con la llegada de las bajas temperaturas, es el momento de recurrir a todos los aparatos disponibles para no pasar frío en casa: estufas, chimeneas, calefactores, bombas de calor y, por supuesto, los tradicionales radiadores. Sin embargo, la ciencia nos recuerda que no siempre son imprescindibles.

En esta época del año, especialmente delicada, con la cuesta de enero (y también la de febrero) aún por superar, cualquier truco que permita ahorrar unos euros siempre es bienvenido. Este principio también se puede aplicar para mantenernos calentitos y a la temperatura adecuada sin gastar dinero.

Ahorrar dinero

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De media, los españoles destinamos unos 750 euros al año a la calefacción, según un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios. Ya se ha analizado cuánto cuestan los distintos sistemas de calefacción, pero, por muy económicos que sean, todos ellos implican un gasto adicional.

Sin embargo, más allá del uso de la calefacción, hay otros aspectos relevantes que considerar. Por ejemplo, es fundamental vigilar el aislamiento del hogar para evitar fugas de calor. Además, podemos aprovechar nuestra propia fisiología para optimizar la regulación de la temperatura corporal y mejorar nuestra comodidad.

Como seres endotermos, necesitamos mantener una temperatura corporal constante, cercana a los 37 °C. Cuando no logramos hacerlo, el cuerpo activa un complejo sistema fisiológico diseñado para proteger los órganos y tejidos de posibles daños. ¿Has oído hablar de la termorregulación?

Esta palabra es clave, ya que describe el mecanismo encargado de mantener el cuerpo a la temperatura ideal. En este proceso, el hipotálamo desempeña un papel esencial, ya que actúa como el principal regulador térmico. Este órgano detecta si el cuerpo se enfría o calienta y pone en marcha los mecanismos necesarios para mantener el equilibrio térmico (homeostasis) y proteger los órganos vitales.

Cuando la temperatura corporal desciende, el hipotálamo contrae los vasos sanguíneos de la piel, reduciendo el flujo hacia las extremidades y redirigiéndolo al tronco para conservar el calor. Es interesante notar que la sensación de frío no siempre corresponde a la temperatura interna del cuerpo, ya que factores como la composición corporal influyen. Por ejemplo, aunque las mujeres suelen tener más grasa subcutánea que los hombres, esta capa puede dificultar la circulación en la piel, haciéndolas sentir más frío sin comprometer su temperatura central.

Con esto en mente, surge una pregunta: ¿podemos aprovechar este mecanismo natural a nuestro favor? La respuesta es sí. Existen trucos simples que nuestras abuelas conocían y que, aunque puedan parecer poco efectivos, realmente funcionan. Con estos pequeños gestos en nuestra rutina diaria, podemos mantenernos cálidos sin gastar ni un euro.

Vestirnos como "cebollas"

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Usar múltiples capas de ropa es una práctica básica pero muy efectiva. Vestirnos con varias prendas superpuestas, como si fueran capas, es la mejor manera de protegernos del frío exterior y mantener nuestro cuerpo a una temperatura adecuada. Esta técnica crea una capa de aire caliente entre las prendas que actúa como barrera térmica, funcionando como un excelente aislante frente al exterior. Así que no dudes en recurrir a calcetines, pijamas, batas o cualquier otra prenda que te ayude a mantener el calor.

Además de vestirnos con varias capas, cuando salimos a la calle es crucial protegernos del viento. Por ello, la prenda exterior debe contar con algún tipo de aislamiento que bloquee las corrientes de aire y evite el llamado “efecto tuareg”, que provoca una pérdida de calor aún mayor.

Taparnos la cabeza

Gorro

¿Te imaginas llevando un gorro en casa? Aunque pueda parecer una idea poco habitual, en realidad es algo muy útil. Si bien los estudios más precisos indican que la cabeza no es la zona por la que más calor perdemos, juega un papel crucial en otros aspectos relacionados con la regulación térmica.

Al parecer, la cabeza influye significativamente en los mecanismos que determinan si sentimos frío o calor. Según investigaciones, dejar la cabeza expuesta al frío mientras el resto del cuerpo se mantiene caliente puede acelerar la pérdida de temperatura corporal más de lo esperado. Esto ocurre porque el cuero cabelludo, con su abundancia de vasos sanguíneos cercanos a la superficie, permite que el frío enfríe la sangre que circula hacia el resto del cuerpo, reduciendo así la temperatura general. Además, como el cuerpo no tiembla cuando solo la cabeza está expuesta al frío, se pierde un mecanismo clave para generar calor y se acelera el enfriamiento. Por todo esto, proteger la cabeza sigue siendo esencial en climas fríos.

Hacer cosas

Limpiar Imagen | David Brown

Para el final dejamos el mejor ejemplo para mantener el cuerpo caliente y una temperatura idónea: hacer ejercicio. Ya no es solo hacer ejercicio, y es que realizar cualquier actividad en casa ayuda a que el cuerpo genere calor. Es ideal realizar una actividad física moderada (ponerse a limpiar no es mala idea) y no pasarse para evitar la activación de los mecanismos fisiológicos para evitar el calor excesivo ya que el resultado puede ser todo lo contrario a lo que esperamos.

Foto de portada | Lil artsy

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