Niklas Roy ha diseñado una máquina que desperdicia energía eternamente, un mecanismo que hace que un ascensor suba y baje sin cesar entre dos plantas, al que para más inri le ha añadido una calculadora que mide la energía desperdiciada, y cuyos resultados se arrojan directamente a la papelera.
Una chorrada como un piano que en realidad no es más que una crítica feroz al sistemático derroche de energía que tiene lugar en los edificios de todo el mundo, solo que escenificado en una máquina que reduce (o más bien aumenta) ese derroche hasta el absurdo.
Sin ir más lejos mi casa ahora es una gran máquina que desperdicia energía. Las cristales de las ventanas no aíslan bien, y el calor del pequeño radiador que tengo se escapa por ellos como alma que lleva el Diablo, por lo que para intentar evitar que mis dedos se congelen, debo desperdiciar gran cantidad de energía eléctrica, y dinero, claro.
Otro ejemplo de máquina que desperdicia energía eternamente son las extintas bombillas de filamento, que transformaban en luz solo una parte de la energía que recibían, convirtiéndose el resto en calor, que en invierno no está mal, pero en verano no ayudaban a resistirse a poner el aire acondicionado.
Lo mismo ocurre con la cantidad de electrodomésticos que tenemos enchufados sin darles un uso diario, como pueda ser el microondas, la cafetera o incluso la televisión. Una nevera sobredimensionada, de un tamaño mayor al que realmente necesitamos, es otro máquina de gastar energía.
Obviamente, nada están absurdo como tener a un ascensor subiendo y bajando todo el día, pero de la misma manera que no permitiríamos semejante tontería en nuestra finca, deberíamos mirar hacia nuestra casa a ver cuántas máquinas de desperdiciar energía eternamente tenemos en marcha.
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