He de reconocer que en el día día prácticamente no veo la tele o no al menos la tele de la forma en la que todos o casi todos la tenemos en mente. La televisión lineal con la que muchos hemos crecido, que luego ha pasado a la TDT, tan de moda últimamente, ya es historia. Y eso que en este año 2024 hemos asistido a una revolución en los canales de la TDT, que ahora emiten con más calidad que nunca (tampoco era difícil). Y pese a todo, cada vez tiene más importancia la televisión bajo demanda.
Las plataformas que todos tenemos en mente caso de Netflix, HBO Max, Disney Plus+... han ido copando espacio de nuestras vidas. Lo cierto es que tanto leer sobre la TDT en los últimos días me hizo proponerme un reto: "sobrevivir" varios días al enganche tecnológico sin usar las plataformas que antes he nombrado y a la hora de ver la tele, optar solo por la TDT. Como adelanto, estos cinco días se me han hecho muy largos y esta ha sido la conclusión de mi experiencia
Al final he visto menos la tele y dormido más
Decir que para el experimento he usado sólo los canales de la TDT, sin más. Ni siquiera plataformas cómo Pluto TV o mejoras añadidas a los canales de la TDT como LovesTV tenían cabida en experimento. Se trataba de ver si la tete actual ofrece contenido que pueda provocar que un espectador quede atrapado y no requiera otras alternativas.
Lo cierto es que entrados en la segunda década de este milenio, conozco gente que no tiene Internet en casa más allá de la línea del móvil. Personas que se sirven de la televisión clásica con la programación que ofrece la TDT, por eso me llamó la atención este experimento. Normalmente la única televisión que veo es la referida a los informativos, siempre a la hora de comer o de cenar. Más o menos media hora de televisión estándar, porque el resto está reservado alguna plataforma a la que estoy suscrito. Ahora esa media hora debía extenderse al resto del día.
Así que ahora, al terminar el informativo se acabó el buscar la serie o series de turno a las que estoy siguiendo. Aprovechando el parón de muchas de ellas y dejando a las que siguen una semana en barbecho, comencé a moverme por la programación de la TDT cuando acababan las noticias.
Calidad de imagen penosa
Como ya he comentado, lo primero con lo que uno se topa al usar la TDT en España es con una calidad de vídeo y de imagen que aunque ha mejorado, sigue sin alcanzar lo que ofrecen las plataformas en streaming. Pese a la llegada del HD y que las cadenas ya no retransmiten con calidad SD, el 4K queda muy lejos (salvo excepciones que... ejem ejem) y hemos perdido la opción de adoptar muchas tecnologías para mejorar el resultado final. A falta de la llegada general del 4K a la TDT, la comparativa con las plataformas de vídeo bajo demanda ya empezaba con un claro perdedor.
Es cierto que uso una televisión en 4K, por lo que el resultado del visionado es mucho peor que en aquellos casos en los que se usa una televisión Full HD. Pero dado que la resolución 4K tiende a ser cada vez más habitual, esta problemática no hará más que extenderse. Aunque la calidad ha mejorado (en unos canales más que en otros) se siguen notando imágenes poco perfiladas, pixeladas y con dientes de sierra brutales. Eso por no hablar de un sonido muchas veces ratonero y que han hecho que el sistema de sonido en casa que tengo montado también haya estado una semana parado. No tenía sentido usarlo con semejante calidad de audio. Con el altavoz del televisor bastaba.
Eso es lo que se refiere a la calidad de imagen, algo objetivo que no deja lugar a dudas. Porque luego hay que tocar la fibra sensible al hablar del contenido disponible. Decir que había algo potable entre la parrilla televisiva es quizás exagerar.
Con un batiburrillo de cadenas en las que algunas aparecen tanto en versión HD como en versión SD, tocaba lidiar con una programación en la que sobre todo abundan las repeticiones y los refritos. Hay cadenas en la que prácticamente toda la programación se basa en series de éxito que todos hemos visto.
Capítulos que engarzan unos con otros hasta prácticamente parecer una cadena temática. Luego está la programación tradicional y aquí, el que echen una cosa u otra y nos guste o no es algo muy personal... pero en mi caso la oferta de la tele pública y privada no me atrae lo más mínimo.
Publicidad para aburrir
Otro punto a tratar es el tema de la publicidad, tan de moda últimamente por la intención de Netflix y quizás de otras plataformas para llevarla a su oferta y así abaratar precios. Lo cierto es que en el caso de la TDT, a la falta de calidad de buena parte de la programación que me hacía estar zapeando casi continuamente, se unía la presencia casi constante de publicidad. Bloques de anuncios que se hacían eternos y que en muchos coincidían en cadenas pertenecientes al mismo grupo de comunicación. De esta forma daba igual a donde cambiase puesto que siempre me encontraba el mismo anuncio.
Y salvo contadas excepciones, me ha tocado enfrentarse a bloques de 5, 6 e incluso 7 minutos, un tiempo que he aprovechado más que nunca para hacer tareas rápidas en casa. Nada me tenía atado al sofá o al menos nada que apareciera en pantalla. Por eso también en muchos momentos, el móvil ha sido una grata compañía. Tener la televisión de fondo a modo de radio y estar mirando el móvil, ya sea en redes sociales, jugando con alguna aplicación de retoque fotográfico... indicativo todo del poco interés que está despertando en mí lo que aparecía en pantalla.
Lo cierto es que normalmente, me termino acostando a eso de las once o las once y media en mi horario normal tras cenar y ver un par de capítulos de alguna serie o una película. Ese horario estos días ha cambiado y a las diez y media de la noche ya me sobraba tiempo. Me aburría lo que veía y pensaba que mejor emplear esos momentos de relax con un buen descanso en el colchón, algo que ha contribuido a mejorar la calidad del sueño, durmiendo más horas y con un sueño más reparador. De hecho, al despertar a las seis de la mañana me he encontrado con más energía.
Como si de un día de la marmota fuese, estos días se me han hecho eternos. Un día tras otro resistiendo la tentación de pulsar el botón del mando a distancia para acceder al contenido extra.
Esta es mi experiencia, lo cual no quiere decir que haya personas a las que el contenido de acceso público que se ofrece en la televisión tradicional les baste y les sobre. Desde mi punto de vista, la TDT tiene que mejorar más en calidad de imagen (no basta con lo que hemos visto) y también en contenido disponible para competir con la televisión a la carta.
Imagen portada | Anete Lusina
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