El invierno pasado, con el precio de la electricidad disparado, el del gas y el combustible diésel por las nubes y sin previsiones de descender en el corto plazo, muchas familias volvieron a apostar por los sistemas de calefacción tradicionales como las estufas de leña.
Representan una alternativa relativamente asequible a la hora de calentar las viviendas, sobre todo si ya tenemos el hogar adaptado a este sistema de calefacción y lo único que hay de hacer es comprar la materia prima combustible, es decir, la leña.
Estas ventajas hicieron que el año pasado el consumo de la leña como materia prima en España se incrementase hasta un 40%, y para esta temporada que acaba de comenzar tímidamente hay usuarios que están adelantando las compras haciéndose con el preciado combustible ahora que todavía estamos bajo un inusual calor. ¿Por qué?, ¿qué ventajas tenemos si compramos la leña ahora que hace tanto calor?
Precios más baratos y mejor rendimiento
Uno de los principales motivos que promueve esta compra de leña en periodos de tiempo donde hace mucho calor es la demanda, muy inferior a la que suele haber cuando empiezan las lluvias y los primeros fríos.
La demanda está baja y por lo tanto el precio del producto es menor en el comienzo de la campaña (meses de verano y hasta mediados de octubre) que cuando los distribuidores empiezan a saturarse de pedidos. Puede que no sea un descuento espectacular, sino que más bien ronda solo unos pocos céntimos de euro por kilo, pero si estamos pensando en comprar miles de kilos (por ejemplo en casa solemos hacer pedidos de unos 4.000 kilos) el ahorro puede ser considerable.
Otra ventaja de la falta de demanda típica de estas fechas es que nos van a servir mejor nuestra querida leña, con tiempos de espera más reducidos y sin retrasos. Si hacemos ahora el pedido ya estaremos los primeros de la lista y no nos quedaremos sin producto.
Además, con tanto calor y tantas semanas sin lluvia, la leña está mucho más seca que si hacemos nuestra compra en el mes de noviembre, tradicionalmente con más lluvias y una humedad ambiental muy superior. ¿Y qué tiene que ver esto con el precio de la leña? Pues mucho.
La leña seca pesa menos que la húmeda y como es un producto que nos venden al peso, comprar ahora puede suponer importantes ahorros no en el precio final, puesto que nos darán los kilos que pidamos, sino en la cantidad de leña que finalmente nos llegará a casa por ese mismo dinero.
Como indican desde la Asociación Española de Fabricantes de Estufas, Chimeneas y Cocinas para Combustibles Sólidos (AEFECC), es posible ahorrar hasta un 25% del consumo comprando la leña en verano o principios de otoño, puesto que su rendimiento es mejor.
Al estar mucho más seca ahora, comprando los mismos kilos tendremos más cantidad de madera y menos de agua, con lo que al final dispondremos de más cantidad de combustible por el mismo precio. O bien podemos tener este dato en mente y hacer un pedido de menos kilos ahorrando así una parte del presupuesto en calefacción este invierno.
Imagen portada | Krystal Black
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