A la hora de lograr una temperatura confortable y saludable en casa para pasar el invierno básicamente podemos o bien calentar el aire de las habitaciones donde vamos a estar, o bien calentar solo una zona próxima a nuestro cuerpo.
La primera opción es la habitual si queremos calentar toda la vivienda y encendemos algún sistema de calefacción clásico, como radiadores, estufas, suelo radiante, etc. Con la segunda logramos un notable ahorro energético haciendo que nuestra sensación térmica se incremente pero manteniendo el resto de la vivienda fría.
Es una opción que resulta de lo más adecuada a la hora de dormir, cuando podemos conseguir tener la cama bien calentita gastando muy poco dinero, o también para cuando estamos en el salón tapados con una manta y no queremos encender la calefacción. ¿Qué opciones, aparatos y dispositivos podemos utilizar para lograrlo?
Mantas eléctricas térmicas
Como ya vimos a fondo en este artículo, las mantas eléctricas térmicas o almohadillas eléctricas son unos dispositivos que llevan una resistencia en su interior capaz de generar una cantidad controlada de calor para mantenernos confortables.
Su funcionamiento es muy sencillo. Basta con enchufarlas a la red eléctrica de casa, encenderlas desde el mando integrado que suelen incorporar y ya comienzan a dar un calor seco que podemos regular con diferentes niveles de potencia.
En general en el mercado encontramos modelos que ofrecen varios niveles de potencia calorífica, relacionados con los niveles de potencia eléctrica que consumen. Así, podemos encontrar mantas que alcanzan temperaturas de entre 30 y 70 grados centígrados con consumos de entre 50 y 150 vatios en el caso de las más grandes.
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También suelen incluir un limitador de potencia bien por que se alcanza la temperatura marcada o bien porque hemos sobrepasado el tiempo de uso recomendado por el fabricante, cifra que suele variar entre 30 y 90 minutos, dependiendo del modelo. Esto es fundamental si estamos pensando en dejarla encendida en la cama o el sofá y queremos prevenir posibles problemas de sobrecalentamientos.
Acumuladores de calor compactos
Otra opción para mantener la cama calentita son los acumuladores de calor compactos, unos dispositivos de pequeñas dimensiones que ofrecen temperaturas de entre 40 y 60 grados durante varias horas.
Son aparatos que almacenan energía térmica y suelen estar fabricados con un material que permite retener el calor, como la cerámica o la piedra, excitados a su vez por una resistencia eléctrica.
Entre sus ventajas está la alta eficiencia, ya que basta con 3 o 4 minutos de conexión a la electricidad con potencias de 400-500, con lo que el gasto final total suele ser de unos 25-30 vatios y nos dará calor durante dos o tres horas.
Entre sus inconvenientes nos encontramos con que no tienen termostato o un regulador de temperatura, de forma que todo el calor se desprende sin que podamos controlar la forma en la que lo hace. Por ello ideal es un rodearlos con una pequeña manta (pese a que el acumulador la incluye una funda) para evitar que la superficie metálica pueda llegar a molestarnos.
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Sacos térmicos de semillas o de gel
Otra opción que se ha puesto de moda en los últimos años son los sacos térmicos compactos que en su interior están rellenos por semillas variadas o directamente por un gel conductor térmico.
Su funcionamiento es de lo más sencillo, ya que basta con introducirlos en el microondas a una potencia media durante dos o tres minutos y las semillas o el gel recogerán la energía almacenándola en forma de calor que se irá liberando poco a poco.
El efecto suele durar entre media hora y dos o tres horas, dependiendo del tamaño y del material con el que estén fabricados. Además, en el caso de los sacos con gel, habitualmente se pueden usar también para aplicar frío si los metemos en el frigo o en el congelador para el verano.
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El remedio de la abuela: la bolsa de agua caliente
Y si queremos un remedio todavía más clásico podemos optar por la socorrida bolsa de agua caliente de toda la vida, con sus diferentes colores y formatos, que sigue siendo una alternativa de lo más útil para mantener el calor bajo las mantas de la cama.
Su funcionamiento es de lo más básico. Solo hay que poner a calentar agua en la placa de gas, en la vitro, el microondas o cogerla directamente del grifo si tenemos la caldera o el termo puesto a más de 60 grados y rellenar la bolsa de agua con cuidado.
Una vez hecho esto nos proporcionará calor durante un periodo que puede rondar las dos o tres horas, especialmente si la tenemos tapada con la manta.
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Imagen portada | Zohre Nemati
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