Llega el cambio de hora y con el paso de los años, pese al inmovilismo de este proceso, hemos visto como han cambiado nuestras costumbres a la hora de tener que poner en hora buena parte de los relojes y dispositivos del hogar. O quizás debería decir que ya casi no tenemos que realizar tarea alguna.
Que es que la presencia en casa y en nuestra vida diaria de cada vez más dispositivos conectados permanentemente a Internet, ha hecho que ya no tengamos que intervenir prácticamente en el proceso y solo los dispositivos más antiguos requieren que tengamos que prestarle un poco de atención dos veces al año.
Cambian de hora, sí, pero lo hacen solos
Hay muy pocas horas toca de nuevo cambiar de formato horario y adaptarnos al horario de verano. Concretamente, el cambio se efectuará en la madrugada del 26 de marzo, en el paso del sábado al domingo. En ese momento tocará adelantar todos los relojes, de forma que a las 2:00 de la mañana pasarán a ser las 3:00 de la madrugada. Para los más dormilones sí, habrá una hora menos de sueño y descanso.
En primer lugar, explicar que este proceso siempre se lleva acabo por la noche. El objetivo es que no interfiera en nuestra actividad del día día y que además se lleve acabo en un momento, el fin de semana, de forma que no afecte a la actividad laboral.
Un cambio que lleva aplicándose desde el 20 de abril de 1916, cuando Alemania y el Imperio Austrohúngaro decidieron ponerlo en marcha en plena Primera Guerra Mundial y que lleva un tiempo en entredicho.
Y aunque cada vez hay más dudas sobre los supuestos beneficios que estos cambios de hora aportan, lo cierto es que un siglo más tarde ahí seguimos. Moviendo las manecillas de los relojes, real y virtualmente para en teoría gastar menos luz o mejorar el estado anímico. Disfrutar de más luz en verano hace presuponer que al contar con más luz natural durante la jornada laboral, las empresas no se tenga que usar tanta iluminación artificial.
A partir del 26 de marzo amanecerá y anochecerá una hora más tarde. Esto no cambia, aunque si que la presencia del hogar conectado ha cambiado notoriamente esta práctica. Y es que ya no sólo se trata de girar las manecillas de relojes mecánicos, o de cambiar manualmente cualquier reloj digital, desde el que usa el microondas o el que tienes colocado en el salón de casa.
Cada vez más dispositivos de todo tipo, incluidos relojes, tienen conexión a Internet, lo que permite que estos puedan aplicar el cambio horario de forma automática. Y aquí es importante realizar un matiz, puesto que es determinante, comprobar la región en la que tienes establecido el dispositivo, ya que si no es la correcta puede cambiar a la hora de otro país.
No sólo es ver la hora en la pantalla
En primer lugar, puedes englobar prácticamente cualquier dispositivo que tenga funciones de reloj o de programador. Por poner un ejemplo, en casa sólo tengo que actualizar de forma manual el reloj del horno y del microondas, así como el que tengo en la pared de la cocina. A estos se une el del equipo de música, un dispositivo con poco más de 4 años que pese a que se conecta al Wi-Fi y se actualiza vía OTA, tiene un reloj tonto.
El resto de relojes de los aparatos se actualizan por sí solos al estar conectados a Internet. Y aunque lo primero que se nos puede venir a la cabeza es el ordenador, el teléfono o la tableta... , se trata de una lista mucho más larga.
Desde despertadores, conectados, altavoces con pantalla, televisores, electrodomésticos de la cocina... casi cualquier dispositivos conectado (menos mi equipo de música) hará que no tengamos que hacerle caso puesto que va a cambiar la hora de forma automática, sin que tú tengas que intervenir.
Un proceso de cambio de hora que no influye sólo en la información que vemos en pantalla, sino que incluso en aquellos casos en los que ésta permanece oculta, se trata de información vital para llevar a cabo programaciones, rutinas o para establecer alarmas y que estas se ejecuten en el momento correcto.
Hemos hablado de dispositivos conectados a Internet, pero en casa también hay algunos otros que incluso sin tener conexión a la red Wi-Fi, también pueden cambiar la hora de forma automatizada sin que tengamos que intervenir en el proceso.
Esto es posible porque alguno de estos dispositivos cuentan con una programación ya incluida que tiene predefinidos estos cambios. Un ejemplo en mi caso es el mando a distancia del aire acondicionado o el programador de la calefacción, que aunque no están conectados a Internet, cambian la hora por sí solos.
Dicho todo esto, cada vez son menos los dispositivos que podemos llamar "tontos" que requieren que tengamos que realizar el cambio. Algunos teléfonos inalámbricos, electrodomésticos sin conectividad... dispositivos todos ellos en los que no nos quedará más remedio que ir pulsando uno a uno los botones para atrasar o adelantar la hora según el caso y adaptarla al horario en cada momento. Un proceso que tendrá que ser manual.
Es un proceso que con el paso del tiempo y mientras siga presente el cambio, horario, será cada vez menos manual y más automático, debido a la penetración cada vez mayor de dispositivos conectados en casa.
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Imágenes interiores | Jose Antonio con Midjourney
Imagen portada | Jose Antonio