Tengo ventanas correderas en casa: cómo aislarlas del exterior para ahorrar calefacción este invierno

Las ventanas son uno de los puntos débiles en cuanto a la eficiencia energética de los hogares, ya que por ellas se escapa buena parte de la calefacción y penetra el frío exterior

Bin Foch P84oo0m2mig Unsplash
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A la hora de lograr mejorar la eficiencia energética en nuestros hogares hay un elemento de construcción clave al que conviene prestar especial atención: las ventanas y superficies acristaladas.

Expuestas directamente al exterior, por ellas se escapa buena parte de la energía que hemos gastado en calentar el aire interior de la casa, haciendo que se incremente la factura a final de mes. Sin embargo, hay algunas medidas básicas que podemos llevar a cabo para mejorar su aislamiento.

Ventanas correderas: las mayores derrochadoras de energía del hogar

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En el mercado hay varios tipos de ventanas, clasificables básicamente en las de tipo corredera y las abatibles, algo que determinará su eficiencia energética. Así, en general los modelos abatibles suelen ser más aislantes que las ventanas correderas, porque al cerrarse tienen un sellado mucho más hermético.

Sin embargo, no en todas las habitaciones podemos instalar modelos abatibles, ya sea por falta de espacio o por comodidad para abrirlas en el uso diario. Por ello conviene intentar que, si tenemos un modelo corredero y especialmente es de los antiguos, esté bien aislado y preparado para ser más eficiente.

Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el calor en una ventana que se escapa al exterior puede suponer entre el 25% y el 30% de la energía en calefacción que usamos en una habitación, por lo que la importancia de estos elementos en términos de aislamiento térmico se muy importante.

¿Qué factores influyen en estas pérdidas de energía? Pues según comentan desde Iberdrola, la elección del material de la carpintería puede ser determinante para el aislamiento térmico de una vivienda. Por ejemplo, el aluminio y el acero son materiales conductores térmicos que permiten el paso del calor y frío, mientras que los marcos de madera por su naturaleza alveolar presentan propiedades aislantes en términos de sonido y temperatura. Finalmente tenemos los más recientes marcos de PVC, que ofrecen el aislamiento mayor de todos ellos.

¿Cómo podemos aislar las ventanas del exterior? Pues básicamente tenemos tres puntos importantes en los que fijarnos, como son los carriles, los cajones de las persianas y los cristales en sí mismos.

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Comenzando por los carriles en las ventanas correderas, dada su naturaleza no estanca suelen ser uno de los principales puntos por donde entra el aire frío, sobre todo en los modelos más antiguos. Para evitarlo podemos optar por instalar los socorridos burletes, unas bandas generalmente fabricadas con materiales gomosos que se instalan en los bordes y carriles para prevenir las filtraciones de aire a través de las rendijas.

Suelen desgastarse con el paso del tiempo, sobre todo si la ventana tiene mucho uso de abrir y cerrar constantemente, pero también con la exposición a la luz solar directa y a las condiciones climáticas adversas como heladas. La durabilidad también está influenciada por la calidad del material, la instalación y el adecuado mantenimiento, como la falta de limpieza o la lubricación que pueden acelerar su  deterioro.

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Los cajetines de las persianas en las ventanas correderas también son un punto importante a tener en cuenta en el aislamiento de las mismas. Es una barrera adicional contra la pérdida de calor y la filtración de aire frío procedente del exterior, por lo que un cajón bien construido y aislado es importante si queremos ahorrar en calefacción.

Aquí básicamente suele haber dos tipos de cajetines. En primer lugar tenemos los que vienen integrados completamente en la estructura de la ventana, algo muy habitual en los modelos nuevos ya sean ventanas correderas o abatibles. Estos suelen estar muy bien asilados, son más estancos y sin rendijas que dejen entrar el aire frío.

En segundo lugar tenemos los "cajetines de obra", que están integrados en los muros de la vivienda y que suelen ser los más problemáticos sobre todo en edificios antiguos. En general están formados por un cajón fabricado habitualmente en madera con poco grosor y si nuestra casa tiene ya unos años quizá no cuente con aislante de ningún tipo, por lo que la exposición a la intemperie es elevada.

En estos casos conviene siempre que sea posible mejorar la calidad del cajón, colocando tapas con madera de mayor calidad, instalando aislantes térmicos en el interior y sellando las juntas que dan a la pared con productos de silicona, espuma de poliuretano o similares que impidan la entrada de corrientes de aire.

Finalmente tenemos los cristales, la parte más importante de la ventana ya que ocupa la mayor superficie de la misma convirtiéndose en la principal vía de escape del calor interior.

Lo ideal son las ventanas que cuenten por lo menos con doble cristal, modelos que crean una cámara de aire entre ambos cristales logrando un mejor aislamiento y disminuyendo las corrientes de aire. Además, tienen la ventaja de que se reduce la condensación del agua y la formación de escarcha en las superficies interiores.

Según la OCU, si estamos pensando en hacer reforma e instalar nuevas ventanas en casa, son preferibles las que tienen marcos oscilobatientes de PVC, dada su mayor capacidad de aislamiento, y en cualquier caso las que tengan dos cristales de 4 mm y cámara de aire de 16 mm entre las dos láminas de vidrio.

Es un acristalamiento caro, pero la Organización afirma que puede reducir el consumo a una décima parte de lo que se gasta con una ventana simple. De hecho, sus estudios afirman que si se combinara con un buen aislamiento de muros, una vivienda estándar que tenga calificación energética D puede pasar a tener una A, lo que para una vivienda de unos 90 m2 supondría un ahorro anual de más de 800-1.000 euros.

Vía | Iberdrola

Imagen portada | bin foch

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