Limpiar los cristales de casa es una tarea cotidiana que puede resultar especialmente tediosa. No solo porque las huellas vuelven a aparecer rápidamente, sino porque, incluso después de limpiarlos, suelen quedar rastros y marcas. Esto me sucedía hasta que una limpiadora profesional me enseñó un truco para resolver este problema de una vez por todas.
La situación se complica aún más cuando se trata de espejos. Podemos pasar un buen rato limpiándolos y, al final, no quedan como esperábamos. Sin embargo, desde que aplico este truco, el tiempo que invierto en limpiar espejos y cristales realmente vale la pena, ya que los deja impecables y sin ninguna marca.
Más barato imposible
No es necesario usar productos químicos costosos ni recurrir a robots limpiacristales. Hay un elemento fundamental en casa para realizar una limpieza profunda: el vinagre blanco. Un aliado que hemos visto en múltiples usos para el hogar.
En este caso, se utiliza vinagre blanco, un ingrediente que, además de ser común en la cocina, es ideal para eliminar la suciedad gracias a sus propiedades limpiadoras y desengrasantes. Además, su uso resulta económico, ya que es mucho más barato que otros productos de limpieza convencionales.
Para limpiar espejos y cristales con vinagre blanco, solo necesitas mezclar un vaso de este producto con un vaso de agua, añadir un chorrito de amoniaco y unas gotas de lavavajillas. Es importante usar guantes para evitar que el olor del amoniaco permanezca en las manos.
Una vez preparada la mezcla, humedece un paño y pásalo por los cristales que deseas limpiar. Verás que, además de eliminar la suciedad, esta fórmula tiene un efecto casi mágico: no deja rastro alguno de huellas ni marcas.
Foto de portada | Polina Tankilevitch
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