La llegada del verano, la subida del mercurio y las altas temperaturas suelen ser los protagonistas de las noticias y fijamos nos fijamos en el calor que va a hacer vamos a sufrir para intentar saber si esa noche será fácil conciliar el sueño. Pero no todo el mundo cae en la cuenta y el calor no es el factor más importante.
Y es que más allá del aumento de las temperaturas, hay un elemento clave que pueda hacer que el ambiente sea totalmente insoportable. Estamos hablando de la humedad, un factor que mezclado con las altas temperaturas puede dar lugar al clima perfecto que no nos deje dormir. Y es que no es lo mismo si el calor es húmedo que si el calor es seco.
De hecho, se trata de un fenómeno que sufrimos hace dos noches en mi ciudad y que la cuenta @Granada_Meteo en X (antes Twitter) detalló. No había hecho más calor que otras noches, pero sin embargo dormir fue una tarea casi imposible y todo fue culpa de un aumento de la humedad.
Calor húmedo y seco
Lo normal, salvo casos puntuales, es que en las zonas de interior el calor sea del tipo seco. Este se produce cuando el ambiente contiene una escasa cantidad de agua o, lo que es lo mismo, cuando hay baja humedad en el ambiente. Por eso, cuando se acercan lluvias o hay nubes, se propicia que suba la humedad y que, por lo tanto, el calor seco pase a ser un calor húmedo.
Por el contrario, en la costa, por la cercanía del mar, suele ser más habitual el calor húmedo. Un ambiente con una menor temperatura, pero en el que, sin embargo, hay una mayor sensación de bochorno debido a que el aire que respiramos tiene mayor cantidad de agua.
Durante el día, ambos tipos de calor interfieren de distinta forma con nuestra actividad diaria. Mientras el calor seco provoca que sea importante mantenerse hidratado por la deshidratación y la sudoración de nuestra piel, con el calor húmedo, el peligro está en los golpes de calor debido a que el cuerpo no se enfría bien, así como en la fatiga extrema.
Y durante la noche, estos problemas no desaparecen. Si pensamos que al descansar es lo mismo estar rodeados de un ambiente seco o húmedo, ahora toca ver cuáles son las diferencias entre uno y otro.
Cómo interfiere a la hora de dormir
Lo normal es que el calor seco se combine con temperaturas más altas. Pese a que hace más calor, al existir menos humedad en el ambiente, el sudor se evapora más rápido de nuestra piel y, por lo tanto, se regula mejor la temperatura corporal.
Frente a esta situación, con un calor y una mayor humedad en el ambiente, sudamos más porque se dificulta la evaporación en la piel del cuerpo. Una mezcla de calor y humedad que, además, propicia que con cualquier gesto ya estemos sudando y tengamos una sensación térmica de más calor.
El calor y la humedad son elementos que interfieren en nuestro día a día, pero que también se dejan notar y mucho a la hora de conciliar el sueño. Esto se debe a cómo nuestro cuerpo maneja la termorregulación y cómo la humedad afecta a este proceso.
Se trata de un equilibrio muy delicado en el que la sudoración se ve afectada. La sudoración es el mecanismo que el cuerpo usa para enfriarse, y mientras que en un ambiente de calor seco el sudor se evapora rápidamente y de esta forma sentimos menos calor, cuando hay más humedad, se reduce la tasa de evaporación del sudor y, por lo tanto, el cuerpo pierde eficacia a la hora de enfriarse.
Seguro que has notado que cuando hace un calor húmedo, la piel parece más pegajosa y la sensación de una alta temperatura es fácilmente perceptible, aunque realmente el mercurio no haya subido.
El calor húmedo afecta al mecanismo natural de enfriamiento de nuestro cuerpo, que pasa a ser menos eficiente, y esto se traduce en que el organismo ha de trabajar más para intentar regular la temperatura interna. Mientras dormimos, esto quiere decir que el sueño será menos reparador al tener una constante sensación de incomodidad.
Además, un alto grado de humedad en el ambiente puede dificultar la respiración, especialmente para personas con problemas respiratorios como asma o alergias. Esto puede interrumpir el sueño y reducir su calidad.
Para mitigar los efectos negativos del calor húmedo durante el sueño se pueden tomar algunas medidas, como el uso de aire acondicionado o ventiladores, deshumidificadores y ropa de cama ligera y transpirable. Además, mantener una buena ventilación en el dormitorio y tomar duchas frías antes de acostarse puede ayudar a mejorar la calidad del sueño en condiciones de calor húmedo.
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