La tecnología ha mejorado mucho nuestras vidas en los últimos años con innovaciones que permiten realizar tareas imposibles hace pocas décadas y agilizando nuestras comunicaciones, ritmo de vida y ocio digital.
Sin embargo, los que vamos teniendo ya una edad y hemos convivido con los tiempos de la era analógica no siempre acogemos de buena gana todos los cambios tecnológicos que nos proponen los fabricantes. Y es que, hay aspectos en los que la tecnología de antaño era mejor, o por lo menos no tan molesta como la que nos proponen ahora.
Por eso hoy voy a tratar de explicar algunas de las tendencias tecnológicas actuales que menos me gustan y que me hacen añorar con nostalgia, aunque sea unos minutos, la era de los grandes y pesados equipos analógicos. Son consideraciones generales y muy personales que quizá a vosotros no os molesten, pero para las que cada vez tengo menos paciencia...
Actualizaciones constantes y por doquier
Cuando hace unas décadas los sistemas operativos para ordenadores daban la opción de actualizarse, de vez en cuando, para solucionar algún problema de seguridad o añadir pequeñas mejoras, muchos las recibimos con entusiasmo ya que era una forma para renovar el software de tu equipo sin gastar más.
Sin embargo, la tendencia de la actualización puntual ha derivado en una actualización frecuente, por no decir constante, a todos los niveles y en todos los equipos electrónicos. Ya no solo debemos actualizar el PC, sino también el televisor, la consola, el reproductor de Blu-ray, el equipo de música, el receptor AV, el smartphone, la tableta, las bombillas del salón, el router, el timbre de la puerta...
Y en poco tiempo no será extraño que no podamos encender el microondas o el horno porque hay una actualización pendiente de instalarse para hacer nuevas recetas o evitar que un intruso acceda a él de forma remota.
Está claro que la capacidad de actualizar mejora los equipos, pero es que tantas actualizaciones llegan a ser molestas y nos quitan tiempo, sobre todo cuando hay que estar pendientes de que se realicen y rezando para que falle nada en el proceso.
Plug-and-NoPlay
Otra mejora que nos proponía la tecnología hace unos años fue el ya clásico "enchufar, conectar y usar". Era muy cómodo llegar, sacar un equipo de la caja, conectarlo a la electricidad y ya mismo, o con un par de pasos más estaba listo para empezar a usarlo.
¿Podemos hacer eso con los dispositivos de hoy en día? En la mayoría de los casos no. Las instalaciones se han complicado en duración y complejidad, requiriendo de la introducción de cada vez más datos y la realización de cada vez más pasos, como señalar la contraseña de la WiFi, cuál es la red local, indicar nuestra dirección de correo o incluso crearnos una antes de poder usar el equipo, crearnos una cuenta en tal o cual servicio, descargar una aplicación antes de empezar el proceso de instalación, etc.
En general no suelen ser pasos muy difíciles y con una pequeña guía se realizan fácilmente, pero restan inmediatez al proceso de uso y alejan a muchos dispositivos actuales del famoso Plug-and-Play que los fabricantes tratan de vendernos.
Necesidad de conexión permanente a la Red
Es uno de los inconvenientes de muchos dispositivos actuales. Necesitan estar conectados a la red local o a Internet para poder funcionar total o parcialmente, ya que una buena parte de su "inteligencia" y capacidades residen en la Red.
En general, si somos un usuario medio con una conexión fija contratada y el típico router siempre encendido en el salón no hay mayor problema, pero como nos salgamos un poco de la norma ya no podremos usar las fantásticas ventajas que nos ofrecen los nuevos equipos siempre conectados.
¿Si un día te quedas sin Internet, se te estropea el router o te quieres llevar el equipo a otra habitación o vivienda sin cobertura? Pues no podrás hacerlo o no podrás utilizar una buena parte de sus funciones.
El móvil como centro de control
Ya sea por abaratar costes o por tratar de acercar la tecnología a las nuevas generaciones, muchos fabricantes están optando por convertir al smartphone o en su caso a las tabletas en controles remotos para cientos de dispositivos.
Es cierto que cumplen su función perfectamente y que las posibilidades y capacidades de estos dispositivos permiten realizar esta tarea pero, ¿qué fue de los bonitos displays y de los mandos a distancia dedicados (hablaremos de ellos en el siguiente apartado).
Con las posibilidades técnicas que hay hoy en día sería posible introducir espectaculares displays OLED o LCD de gran contraste y vistosidad, con formas curvas, flexibles e incluso transparentes. Serían más caros, pero en mi opinión aportan un extra al equipo.
¿Y los controles físicos en el dispositivo? En general se opta por reducir al máximo el número de botones en la carcasas del equipo, cuando siempre pueden salvarte de más de un apuro por ejemplo en el caso de los televisores, reproductores, etc.
Mandos a distancia pobres e incompletos
Los mandos a distancia han supuesto una parte importante de las características de muchos equipos antiguos. Su versatilidad y las capacidades que ofrecían para acceder a tal o cual función eran primordiales para mejorar la experiencia de usuario.
Sin embargo, en la actualidad muchos fabricantes optan por reducirlos a la mínima expresión, tanto en tamaño como en funcionalidades, derivando el resto de capacidades al móvil, a la instalación de aplicaciones o a la navegación por menús casi infinitos.
¿Donde están las teclas de acceso directo para infinidad de funciones? Hace unos años, con el mando a distancia en la mano y sin entrar en ningún menú extraño podías ejecutar multitud de tareas específicas pulsando un solo botón. Ahora con suerte puedes acceder a las básicas de forma directa y sin depender de nada más.
Foto portada | Betsy Weber
Fotos | Wikimedia | Wikimedia |
osde8info
