He conectado mi Smart TV a Internet por cable y por WiFi y esto es lo que he perdido o ganado con cada opción

He conectado mi Smart TV a Internet por cable y por WiFi y esto es lo que he perdido o ganado con cada opción

  • En función de las necesidades en cada caso, puede ser más interesante tener una u otra conexión

  • Por lo general, con una buena conexión de fibra óptica, una conexión por cable es más que suficiente para acceder a cualquier plataforma de streaming

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Portada

Hace unos meses decidí cambiar de operador de telefonía en casa, y uno de los servicios que más influyó en esta decisión fue la conexión de fibra óptica. Llevaba semanas experimentando caídas de velocidad del WiFi, lo que hacía prácticamente imposible disfrutar de plataformas como Disney+ o Max de forma adecuada.

Mientras que Netflix funcionaba sin problemas, en las otras dos plataformas la reproducción sufría cortes constantes y tirones. Aprovechando el cambio de proveedor, decidí realizar algunas pruebas para investigar el rendimiento de la red. Una de ellas fue comparar el desempeño del televisor conectado por cable Ethernet frente al WiFi. Debo admitir que el resultado me dejó realmente sorprendido.

Tirando de cable y complementos

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Antes de seguir, quiero proporcionar un poco de contexto para explicar cómo llevé a cabo las pruebas. En mi caso, tengo una consola conectada al único puerto de red disponible en la pared. Para solventar esta limitación, recurrí a un switch que tenía en casa, el cual permite conectar hasta cinco dispositivos diferentes.

TP-Link LS105G - Switch Ethernet 5 Puertos (10/100/1000Mbps), Switch Gigabit, Switch WiFi, Carcasa metálica, Ultraligero, Disipación de Calor, QoS, Ahorro de Energía, Silencioso, No Gestionado, Azul

Este switch es compatible con velocidades de hasta 1 Gbps, que coinciden con la velocidad ofrecida por mi proveedor de Internet. Gracias a esta solución, pude conectar tanto la consola como el televisor sin ningún inconveniente, asegurando un rendimiento óptimo para ambos.

Simultáneamente, presté atención a las especificaciones de los cables Ethernet que iba a utilizar. Desde la roseta de la pared hasta el switch, y de este hacia la televisión y la consola, opté por cables de categoría 7 (CAT 7), que permiten aprovechar al máximo el ancho de banda disponible.

Para medir el rendimiento de la conexión, instalé una aplicación específica en el televisor, disponible gratuitamente en Google Play Store a través de este enlace. Aunque plataformas como Netflix incluyen su propio medidor de velocidad, preferí utilizar una herramienta independiente para obtener resultados más objetivos.

Con esto en mente, y considerando que tengo unos 30 dispositivos conectados en casa, incluyendo bombillas, altavoces, regletas y enchufes inteligentes, comencé las pruebas. En primer lugar, conecté el cable Ethernet al televisor y esperé aproximadamente media hora. Sin embargo, dentro de los ajustes de red del televisor, la conexión por cable se activó y funcionó correctamente en solo unos minutos, reemplazando a la conexión WiFi. A continuación, realicé las mediciones y estos fueron los resultados.

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En varias pruebas realizadas, los valores registrados rondaban los 90 Mbps, lo cual me llamó la atención al compararlos con los resultados obtenidos previamente en mi Xbox Series X. En esta última, las velocidades de descarga y subida superaban con creces los 900 Mbps, lo que indicaba un rendimiento mucho mayor. Ante esta discrepancia, era evidente que debía investigar qué estaba causando el cuello de botella en la conexión del televisor.

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En las especificaciones del televisor, un Sony A95K de 2022, no se ofrecía ningún detalle específico más allá de la presencia de un puerto Ethernet. Sin embargo, tras investigar en diversos foros, descubrí que este puerto no es compatible con velocidades gigabit y está limitado a un máximo de 100 Mbps. Esto explicaba por qué las velocidades de bajada y subida no superaban los 90 Mbps en mis pruebas.

Este es un inconveniente común en la mayoría de los televisores actuales, incluso en modelos lanzados en 2023. Es probable que en 2024 veamos la misma tendencia: televisores equipados con puertos Ethernet 10/100, a pesar de que la conectividad gigabit es ya un estándar ampliamente adoptado en otros dispositivos.

Con todo esto en mente, decidí repetir las pruebas, pero esta vez utilizando la conexión WiFi. Simplemente desconecté el cable Ethernet, y el televisor volvió a conectarse automáticamente a la red WiFi, en este caso a través de la banda de los 5 GHz. Al estar el router en la habitación contigua, la distancia no representaba un problema.

Volví a utilizar la aplicación de medición de velocidad y, para mi sorpresa, los resultados fueron significativamente mejores en cuanto a la velocidad de descarga. En todas las pruebas realizadas, la velocidad de bajada superó los 200 Mbps, siendo este valor el más bajo registrado, mientras que los picos alcanzaron los 280 Mbps. Por otro lado, la velocidad de subida fue más consistente con las pruebas realizadas por cable, situándose alrededor de los 100 Mbps.

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La aplicación no solo mostraba las redes disponibles, sino que también ofrecía información detallada sobre el nivel de cobertura y el tipo de conexión. Esto me permitió analizar parámetros adicionales más allá de la velocidad de descarga, obteniendo una visión más completa del rendimiento de la red.

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No debemos subestimar un valor clave como el ping, medido en milisegundos (ms), que representa el tiempo que tarda tu conexión local en comunicarse con un servidor remoto a través de la red IP. Al iniciar una medición, la aplicación primero evalúa el ping antes de proceder a medir las velocidades de descarga y subida de datos.

Un ping más alto indica mayor latencia, lo que se traduce en un retraso en la comunicación. Aunque no es tan crítico como en los videojuegos, una latencia de 35 ms, que es el tiempo que tarda en recibirse un paquete del servidor, es menos eficiente que una latencia de 18 ms, por ejemplo. Aquí es donde el uso del cable Ethernet destaca, ya que proporciona una latencia significativamente más baja, mejorando la inmediatez de la conexión.

Potencia o estabilidad... tu decides

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Todo este proceso tiene como objetivo garantizar una experiencia fluida al disfrutar de contenido en streaming. Es importante recordar que las principales plataformas establecen requisitos mínimos de conexión, los cuales puedes consultar en este enlace.

Para reproducir contenido en calidad 4K con mejoras HDR en cualquiera de sus formatos, generalmente se necesita un mínimo de 15 Mbps, aunque lo ideal es contar con velocidades de hasta 50 Mbps para evitar interrupciones y asegurar una experiencia de usuario satisfactoria.

En mi caso, obtengo velocidades superiores utilizando la conexión WiFi, lo que se debe a las limitaciones de hardware de mi televisor, que no cuenta con un puerto Ethernet gigabit ni un puerto USB 3.0 que permita conectar un adaptador de red adecuado. Como mencioné anteriormente, este problema radica en que, en el caso de Sony y muchos otros fabricantes, las especificaciones técnicas no incluyen detalles claros sobre las capacidades de la conexión Ethernet integrada. Sería una mejora significativa que incorporaran puertos gigabit en futuros modelos, algo que deberían considerar tanto Sony como otras marcas.

El desafío radica en que, aunque una mayor velocidad de conexión es beneficiosa, no elimina completamente las caídas puntuales de velocidad o cobertura, las cuales provocaban interrupciones en el streaming con mi antiguo operador. Si bien ahora esas interrupciones han desaparecido, el WiFi sigue sin ofrecer la misma estabilidad que una conexión por cable.

En este escenario, aunque la velocidad obtenida mediante cable es menor debido a las limitaciones previamente mencionadas, la estabilidad que proporciona es notablemente superior. Durante las pruebas, no registré velocidades inferiores a 88 Mbps, lo cual es más que suficiente para disfrutar contenido en streaming en calidad 4K con HDR sin ningún problema. Esta consistencia es clave para una experiencia de visualización ininterrumpida y de alta calidad.

Una versión anterior de este artículo fue publicada en 2024.

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